Aceptar la muerte de papá o mamá es un proceso de adaptación doloroso que revive en fechas especiales

El último domingo de julio en República Dominicana se celebra el Día del Padre. Para esa fecha especial, las personas empiezan a buscar los regalos para agradar a sus progenitores; muchos compran ropa, artículos personalizados y, en ocasiones, obsequian dinero en efectivo.

Para otros, en cambio, esta fecha es sinónimo de tristeza, impotencia, frustración y envidia, al observar las constantes muestras de afectos de esas personas que sí tienen la oportunidad de abrazar a su padre y decirle: “feliz día, papá”.

La muerte de la figura paterna es una de las situaciones más comunes en el mundo y la más difícil de superar.

De acuerdo con el neuropsicólogo, Oom Blanco, el duelo es la respuesta emocional ante la experiencia repentina de una pérdida. En el caso del padre la desaparición de la figura que nos enseña seguridad y confianza.

“Es un proceso de adaptación doloroso, un camino a transitar cuando perdemos a alguien importante en nuestras vidas”, explica.

Blanco asegura que lidiar con la pérdida de los progenitores nunca será fácil. El especialista indicó que afrontar la pérdida siempre dependerá de la relación de apego y del vínculo que se haya tenido con el progenitor, alegando que cada persona es un universo en interacción constante donde la explicación del comportamiento no tiene naturaleza causal. “La experiencia de pérdidas y duelo tiene una gran importancia en la adaptación de cada uno de los sistemas donde interactuamos”, manifestó.

Asimismo, expresó que las personas que pasan por ese duelo pueden presentar trastornos de ansiedad, depresión, duelos complicados y somatizaciones (histeria crónica), estas enfermedades se derivan del dolor, debido a que no hay un espacio para interiorizar el desenlace inevitable de la separación física, dejando muchas preguntas, cuestionantes, dudas e impotencia.

La comprensión de la muerte y expresión del duelo varía según el contexto, la edad y el vínculo entre otras circunstancias relacionales como la comunicación, la distancia y si hay un estado delicado de salud como el cáncer o el alzhéimer.

“La muerte es un proceso universal, irreversible, definitivo e impredecible”, sostuvo.

Asimismo, afirmó que el fallecimiento marca el final de la existencia y crea una sensación de vacío, dejando un gran misterio sobre la continuidad.

Al ser cuestionado sobre la falsa felicidad que aparentan algunas personas luego de sufrir una pérdida, puntualizó que intentar enterrar o negar la pérdida siempre genera disfunciones peores y agudiza el trauma, desencadenando otras situaciones de gestión emocional y de salud.

“Las etapas de duelo están ampliamente definidas y no solo por la pérdida de un padre, sino por la pérdida en general. Nuestra existencia deja de tener sentido… de algún modo hay una parte fundamental que se detiene y genera una sensación de limbo”, sostuvo.

Terapias

El duelo no se combate, se trabaja con psicólogos clínicos debidamente capacitados y colegiados.

¿Qué puede enseñarnos el fallecimiento de un progenitor?
El doctor manifestó que el fallecimiento de un progenitor nos enseña el valor de la vida, del esfuerzo y de la relatividad de muchas otras realidades a las que le damos espacio sin detenernos a pensar en lo que estamos perdiendo, la calidad de tiempo y de comunicación con quienes amamos.

“Hay verdades innegociables, que a veces, lamentablemente aprendemos tras una pérdida. Cualquier otro aprendizaje dependerá del proceso de cada persona dentro del sistema familiar”, dijo.

¿Cómo saber que la herida cicatrizó?

Explicó que la muerte de un ser querido es una de las situaciones más duras por la que pueda pasar un sistema familiar. Una experiencia única, íntima y distinta para cada uno, donde el dolor se refleja de una manera individual y en distintas etapas.

Recomendaciones

*Reflexionar, recordar cómo fueron los acontecimientos que dieron origen a la pérdida, qué significa para mí y cómo afecta a mi vida.

*Atender e identificar cuál es el dolor emocional, es decir, qué emociones me produce el dolor de esa pérdida (miedo, culpa, tristeza, alivio, enfado, alegría, vulnerabilidad…).

*Acudir a terapia y buscar ayuda.

*Tratarnos con mucho afecto y paciencia para darnos el permiso de seguir creciendo y cicatrizar la herida.

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