Cuando viajamos a un lugar lejano, nuestro reloj interno se queda desfasado respecto al horario del país al que hemos llegado

El “jet lag” es una de las molestias más temidas a la hora de viajar a países con muchas horas de diferencias al nuestro. Puede arruinarnos el primer día de vacaciones, o dejarnos hechos polvo al volver a casa. Pero, ¿cómo se produce el “jet lag” ?, ¿por qué unas veces nos afecta más y otras menos? y, lo más importante, ¿se puede evitar?

“El “jet lag”produce una serie de cambios en nuestro cuerpo cuando realizamos un viaje a países con un cambio de horario importante respecto al nuestro. La consecuencia más común de este trastorno es la dificultad para conciliar el sueño o tenerlo durante las horas de luz”, explican los expertos de Somnisa, un programa de tratamiento “online” contra el insomnio, que señala que el porganismo cuenta con un reloj biológico interno que se encarga de prepararnos para mantenernos activos durante las horas de luz y dormir durante la noche. Esto está regido por los denominados ritmos circadianos”.

El sitio web señala que este trastorno aparece porque, al cruzar varios husos horarios, el reloj interno o los ritmos circadianos que regulan el ciclo de sueño-vigilia se desincronizan con respecto a la hora de la nueva ubicación. Por ejemplo, si sales de Nueva York en un vuelo a las 4:00 p. m. del martes y llegas a París a las 7:00 a. m. del miércoles, el reloj interno todavía cree que es la 1:00 a. m. Eso significa que estás listo para ir a dormir mientras los parisinos se están despertando. Y dado que el cuerpo demora unos cuantos días en adaptarse, el ciclo de sueño-vigilia, junto con la mayoría de las otras funciones corporales, como el hambre y los hábitos intestinales, permanecen desfasados con el resto de París.

Algunas investigaciones muestran que los cambios en la presión de la cabina y las altitudes elevadas asociadas a los viajes aéreos pueden contribuir a causar algunos síntomas del “jet lag”, sin importar el viaje, a través de los husos horarios. Además, en los aviones hay niveles bajos de humedad. Si no tomas suficiente agua durante el vuelo, puedes sufrir deshidratación leve. La deshidratación también puede provocar algunos síntomas del “jet lag”.

“La dificultad para dormir es la queja más común, pero el “jet lag” también puede derivar en otros síntomas como la disminución del rendimiento, alteraciones en la memoria y en la concentración, dolor de cabeza, fatiga, e incluso problemas digestivos como vómitos, náuseas o estreñimiento”, sostiene Somnisa.

Las condiciones en las que te subes al avión también importan. Si estás demasiado cansado, emocionado, estresado, nervioso o con resaca antes del vuelo, también puedes ser una víctima fácil. En este sentido, la ingesta de alcohol durante el vuelo tiene un impacto hasta 3 veces más potente en nuestro cuerpo. Por ejemplo, una copa de vino durante el vuelo tiene el efecto de 2-3 copas en la tierra.

Los adultos de mayor edad suelen experimentar más complicaciones que los jóvenes. Pero la edad no es el único factor que determina la intensidad de los desfases horarios, ya que la dirección del viaje también influye en la duración de los síntomas. Los niños menores de tres años son los que menos sufren estos efectos, debido a que son más adaptables a los horarios.

La duración del “jet lag” es diferente en cada organismo, sin embargo, lo normal es que nuestro reloj biológico se adapte después de dos o cuatro días. Si después de una semana nuestro organismo sigue afectado por el “jet lag”, es recomendable acudir al médico para recibir algún tipo de medicación.

Para ayudar a dormir, los médicos recomiendan utilizar pastillas de melatonina, la hormona del sueño. Esto puede ser eficaz cuando se cruzan cinco o más zonas horarias y puede utilizarse para lograr la sincronización, ya sea de forma preventiva (durante el viaje) o al llegar al destino.

También son útiles las técnicas de relajación para reducir los síntomas psíquicos, especialmente la ansiedad por no poder dormir.

Se recomienda ajustar el reloj desde que se llegue al destino de viaje para ir programando el cerebro.

Recomendaciones saludables

Antes del vuelo. Es recomendable iniciar una rutina –una o dos semanas antes– de adaptación en base a los horarios que tendremos que seguir en el país de destino. A esta rutina debemos agregarle el hacer ejercicios y tener una dieta balanceada. Además, las personas que reciben medicación deben hablar previamente con su médico para que los oriente sobre el cambio de horario en sus medicamentos.

Durante el vuelo. Se aconseja no ingerir cafeína o bebidas alcohólicas, pues las mismas generan deshidratación y alteran el sueño; beber agua en abundancia y cada 60 o 90 minutos pasear por los pasillos de la cabina del avión para ejercitar las extremidades inferiores.

Al llegar a nuestro destino. Debemos adaptar de inmediato nuestros horarios de alimentación y sueño para evitar que nuestro organismo demore el proceso de adaptación. Además, es recomendable comer poco, y al salir a la calle tratar de recibir la luz del sol siempre que sea posible, ya que esto es un potente estimulante para regular nuestro reloj biológico. También, hacer ejercicio durante el día puede ayudar a promover una buena noche de sueño.

Importante
Cualquier cambio de agenda que afecte a los ritmos circadianos produce síntomas similares a los del “jet-lag” sin necesidad de haber viajado en avión. A esto se le denomina “jet lag social”, y aunque dura menos, sus efectos son también perjudiciales.

Saber
Durante muchos años se consideró que el “jet lag” era simplemente un estado de ánimo, pero hoy se sabe que la condición es, en realidad, el resultado de un desequilibrio natural en nuestro cuerpo causado por atravesar diferentes zonas horarias cuando viajamos.

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