Hace tiempo he querido releer los escritos de Hostos. Es un fuerte deseo de refrescar estos conocimientos adquiridos en mis tiempos de estudiante.
Aunque acerca de este maestro se ha escrito todo, al releerlo no se puede escapar de la tentación de hacer un análisis de sus ideas, comparándolas con la situación actual de la educación dominicana y que “el bombillito de la reflexión se prenda” junto al deseo de compartirlas.

En La Moral y la Escuela, él analiza las profesiones que llama “espirituales” las que relaciona con los trabajos del gobierno y con la “dirección espiritual” de las sociedades, al asegurar que son “las peor desempeñadas” por la falta de “vocación” y desconocimiento de sus funciones, a pesar de que estos “deben ser mucho más austeros” en el desempeño de las mismas.

Hostos afirma lo siguiente, refiriéndose a los maestros y otros profesionales:…”Pero que el maestro no sepa a punto fijo el papel que desempeña; que el cura de almas y el de cuerpos estén casi siempre por debajo del alto deber de su función; que el sostenedor de la ley y el que la aplica prefieren los gajes del oficio a la gloriosa responsabilidad que los distingue y enaltece; que el periodista, guardián de la civilización, haya reducido a industria comercial de innoble especie su noble representación de la razón y la conciencia populares, ni se concibe, ni se comprende , ni se explica”.

¡Es increíble, parece que lo escribió hoy!

Luego describe la manera en que esa moral que él trata a partir del maestro, se refleja en la manera de comportarse la sociedad, porque todos somos producto de la escuela, si esta tiene deficiencias, los ciudadanos las tenemos, lo que se manifiesta en el desempeño personal, social y laboral.

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