Desde el día de Duarte, 26 de enero, al 27 de febrero, día de la Independencia Nacional, se celebra el Mes de la Patria, todo aquello que se ama, período en el cual se conmemoran todas las actividades que generan nuestra visión identitaria. Con la denominación y conmemoración del Mes de la Patria se procura mantener viva la memoria histórica nacional, trayendo a escena el sacrificio de los héroes, mártires y heroínas nacionales.

Paralelo a estas efemérides, el Congreso Nacional ha estado tratando de asumir, nueva vez, la Ley de Incentivo Fronterizo, 28-01, aunque con unos intereses malsanos y un dejo de Demagogia con respecto a la instalación de empresas en la Línea Fronteriza, las facilidades que se dan a las mismas y con ellas, garantizar nuestra soberanía.

La franja divisoria entre Haití y República Dominicana tiene más de 300 kilómetros de extensión, formada por ríos, lagos, hitos o mohones fronterizos y una amplia franja de tierra que nadie sabe ubicar a cuál lado de los dos países pertenece, es una especie de tierra de nadie.

Las personas que habitan los pueblos fronterizos han estado ausentes en los proyectos y planes de desarrollo de la Nación, pero presentes en la indiferencia de las alianzas público-privada, la carencia de oportunidades, la inequidad y otras fallas que condenan a los pobres de la zona a la pobreza extrema, como lo establecía Frantz Fanon, el caribeñista.

Los temas relacionados a la situación fronteriza son de antaño y se empezaron a configurar a finales del siglo XVII. El profesor Juan Bosch y el doctor Eric Williams hacían referencia a la condición ríspida y de confrontación que es El Caribe, como frontera imperial, y como zona de confrontación de las metrópolis coloniales europeas. La división de la isla de Santo Domingo en dos Estados es una secuela de aquellas viejas luchas entre españoles y franceses por la hegemonía territorial en la zona colonial del Caribe.

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