En la batalla de Gaugamela, el ejército de Alejandro Magno alcanzó una de sus mejores campañas. Darío, el rey persal, había elegido una amplia llanura como terreno donde aplicar su táctica pero Alejandro se fortificó en un foso para no caer en la trampa, salvaguardar su posición y obtener la victoria. Salvando las distancias y los tiempos, la estrategia política siempre contempla ese análisis de anticipación del oponente.
En España, las elecciones autonómicas de la Comunidad de Madrid, son las cuartas después de las gallegas, vascas y catalanes que se circunscriben al entorno covid-19. Una batalla política que tendrá lugar el cuatro de mayo como clímax de una campaña campal que se inició por las mociones de censura que presentaron el PSOE y Ciudadanos en Murcia y que suponía un efecto contagio en otras Comunidades Autónomas del país. Eso, al menos, a ojos de la estrategia de Isabel Díaz Ayuso, que disolvió la Asamblea y convocó elecciones anticipadas.

Los comicios, que cuentan con una estimación de participación del 66%, se celebran en un contexto sanitario con fuertes restricciones, en un día laborable, lo que no es nada frecuente, y en donde la gestión en el manejo del virus a nivel político, económico y social tiene un papel protagonista. Sobre todo, cuando la tasa de paro del 12,5% representa una subida de 1,5 puntos porcentuales con respecto al 10,6% del mismo período de 2020, los ciudadanos reclaman mayores oportunidades de empleos y los empresarios incentivos para la contratación indefinida.

Como en Gaugamela, los diferentes estrategas han definido una línea de actuación clara para con su electorado. Ahora bien, los sondeos pronosticas una clara victoria para el Partido Popular, con más del 40% de los votos, a los que se tendrían que sumar los de otras fuerzas consonantes como Vox, partido que mantiene la lealtad de sus votantes, al contrario que Ciudadanos. La formación naranja, a pesar de exhibir un nuevo candidato de perfil tecnócrata, no ha conseguido con su sucinta moderación, el atraer voces de estima y acierto a su trabajo durante la campaña. Es más, alejado de todos por su escaso liderazgo, podría ser el último eslabón para la crónica de muerte anunciada de esta conformación política que nació con una mirada alentadora y aperturista.

Los partidos de la izquierda, PSOE, Más Madrid y Unidas Podemos, a pesar de fortificarse en el foso para aguantar las embestidas, no sumarían más votos que el bloque de derechas. La inexplorada, Mónica García, en representación de Más Madrid, escisión de Podemos, ni el candidato del PSOE, Ángel Gabilondo convencen completamente, a pesar ser precursores del diálogo social y la negociación colectiva. Si a eso sumamos la irrupción del exvicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, que abandonó su cargo para presentarse como representante de Podemos, conforman un cuadro variopinto y polarizado. Sin más que añadir. Que gane el mejor.

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