A propósito de que ahora hablamos de cómo la pandemia coronavirus cambió nuestras vidas, esto no se menciona con otras cuestiones, largamente vigentes, que nos forzaron a ser cómo no éramos. La delincuencia común, particularmente. Primero (años 90 siglo 20), mujeres abandonaron llevar cadenas y otras joyas de oro para evitar ser atracadas en las calles. Ahora todo el mundo evita al máximo salir de casa con cualquier objeto de valor o con dinero. Residencias y pequeños negocios obligados a instalar sistemas de seguridad diversos. Mucha población civil tiene armas de fuego. Así convivimos, cada vez más desconfiados de todo y todos, temerosos de ser víctimas de los delincuentes. Estamos resignados, “curados”, acostumbrados; no es noticia más.

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