La paralización de la economía por la COVID-19 no es para siempre. Este es un estado temporal forzado por las medidas necesarias para contener la enfermedad. Una vez controlada la crisis sanitaria, iniciará el camino para superar la recesión global, la peor en noventa años. Será una recuperación lenta; las recetas económicas deberán centrarse en revertir el terrible impacto de la crisis en las grandes mayorías. Pero no hay lugar para fórmulas inviables, como la iniciativa legislativa de entrega de 30% de los fondos de pensiones de los empleados, aunque bien intencionada y popular. Problemas no se enfrentan creando otros. Este tema se ha vuelto candente; ha creado expectativa y en plena campaña, tendría incluso impacto electoral. Desesperación siempre es mala consejera; vayamos juiciosos.

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