Sin número de hechos que reseñan periódicamente los medios locales denuncian nuestra alta violencia social. Disputas menores entre parroquianos en calles y comercios terminan con víctimas mortales. Todo parece indicar que es una tendencia en aumento y las circunstancias en que se manifiesta son cada vez más sorprendentes e inexplicables. Lo confirma lo que acaba de ocurrir en Santo Domingo Norte, con dos muertes a tiros entre un agente policial y un civil que se disputaban el turno para abastecerse de combustible en una gasolinera. Es la misma irritabilidad, prisa y vorágine con que conductores se desplazan por las vías, sin posibilidad de que nadie ceda el paso por simple cortesía.