El caso de violencia machista del sábado pasado en Higuey, que degeneró en una matanza irracional estilo Estados Unidos, puso nuevamente sobre el tapete ese mal tan arraigado en nuestra cultura que no sabemos cuándo superaremos, de cuantas más mujeres maltratadas y asesinadas por sus parejas o exparejas tendrán que dar cuenta los medios. Como es costumbre, no se aplicó enfoque preventivo en ese caso, que, como otros, tenía ya antecedentes y era prevenible. Enfatizó también otro mal nacional: proliferación de armas de fuego legales e ilegales en manos de la población, tenidas supuestamente para defensa, pero que no todos están en condiciones psicológicas de tener. Machismo, alcohol, narcóticos, armas, pobre educación; espeluznante cóctel de la violencia.

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