Edadismo, vale decir, no se define solo como discriminación, sino también como prejuicio y creencia que interiorizamos. Autolimitarnos por edad constituye edadismo autodirigido: pensar que por la edad no podemos aprender nuevas cosas (“loro viejo no aprende a hablar”) o si olvidamos un nombre o número, es por la edad, o que si ahora nos da más trabajo levantarnos o bajarnos a recoger algo, es por lo mismo. Está demostrado que si hemos hecho regularmente ejercicio, no hay razón para que levantarnos o bajarnos a recoger algo nos dé mucho trabajo a edad avanzada. Tampoco es cierto que no podamos aprender ni tener buena memoria. Superemos la mentalidad edadista.