Según las autoridades, los que ahora quieran ser policías estudiarán durante un año, en vez de uno o tres meses como era la costumbre. Esa nueva política de educación policial, resaltan, es aspecto medular de la actual reforma de la Policía; fomentaría la adecuada preparación de los agentes, especialmente en cuanto a aptitud mental y psicológica para usar bien la fuerza. Esa es la promesa, pero entretanto, nuestra vieja condena de los excesos policiales mortales deja otra víctima, el niño de doce años Donelly Martínez. Murió alcanzado por balas luego de que un cabo de la Policía disparara su arma durante una labor ordinaria de orden en Santiago. Desgarrador.

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