Previo a las votaciones del domingo pasado en las elecciones de Chile, la prensa local e internacional destacaba una calma no propia de un país de América Latina ante un probable “giro a la derecha” que de nuevo llevaría a Sebastián Piñera a la presidencia. Además se consideraba que un gobierno de Piñera no negaría las reformas del gobierno de Michelle Bachelet tales como la gratuidad en la educación superior al 60% más vulnerable de los estudiantes y el aborto en tres causales, entre otras. Se destacaba además que Piñera no generaba movilización en su contra, así como la indiferencia de más del 40% de los votantes.

Cualquiera que se retrotraiga en la historia de Chile 44 años atrás en el golpe de Estado a Salvador Allende del 11 de septiembre de 1973, podría pensar que nos referimos a otro país. Más es el mismo Chile, con la diferencia de que parece que se ha entendido que los avances tienen poco que ver con diferencias ideológicas y sí mucho con una eficaz y eficiente gestión del Estado, que el liderazgo chileno ha comprendido que debe estar guiada en sus fundamentos por el Desarrollo Humano y la Competitividad.

Chile es el país de América Latina y el Caribe con el más alto Índice de Desarrollo Humano (IDH), además con la más alta posición en el Índice de Competitividad Global (ICG). Ambos indicadores se considera que miden el impacto de la gestión del Estado en la prosperidad de las ciudadanas y ciudadanos.

En lo que respecta al IDH, Chile supera a la República Dominicana con 61 posiciones (38-99), a Argentina con 7 posiciones (38-31), pero hasta a Rusia (38-49) y a Portugal (38-41).

En relación al IGC, Chile ocupa el lugar 33 entre 138 naciones del mundo superando, por ejemplo, a Italia con 10 posiciones (33-43) y a Portugal con cinco posiciones (33-38); a la República Dominicana ya la supera en más de 70 posiciones.

Las elecciones chilenas me hacen recordar una experiencia con amigos de Finlandia- de los países más desarrollados del mundo- ante mi sorpresa de que frente al palacio presidencial sólo había cuatro (4) policías. Me dijeron que adentro del edificio los que lo ocupaban eran no más que funcionarios públicos, por la que la protección de ese lugar no tenía especial relevancia.

Todo parece indicar que el auténtico desarrollo quita a la política y a los políticos espectacularidad. Por lo que lo acontecido en las elecciones de Chile, en cuya primera vuelta ganó Piñera, puede ser la expresión más que de poca pasión política, de madurez.

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