Con el respeto que me merecen las demás regiones del país, donde la mayoría de sus habitantes o descendientes es buena, las empresas de la capital se sienten cómodas con los trabajadores del Cibao, pues afirman que son muy serios y laboriosos; pero en el sector público, en ocasiones, en la cruda lucha de intereses en el centro del poder, ser honesto y eficiente no es bien visto.

Por ello escribiré un poco sobre cómo somos los de esta zona, con nuestro espíritu fuerte y noble sentimiento campechano. Aquí los ciudadanos valen por lo que son, no por lo que tienen. Una humilde profesora de generaciones es más admirada que un millonario. Cucharimba es más querido que casi todos los que tienen mansiones.

No permitimos que nos “echen vainas” con vanidades o simulando opulencia. Nos damos cuenta de inmediato de los que posan, de los fanfarrones y nos dan lástima. No nos agradan los que fingen, los que empeñan hasta el alma para aparentar, los que denigran o humillan al prójimo por su condición. Si usted no tiene don de gente, sea pobre o rico, nunca tendrá lugar en nuestros altares.

Nuestro lenguaje es llano, llamamos a las cosas por su nombre, para sorpresa de los delicaditos que no entienden la espontaneidad o falsamente se asombran de la sana libertad de expresarse. Reímos con gusto, sin disimulo, con una carcajada silvestre y diáfana. Somos solidarios con los nuestros.

Damos las direcciones exactas. Nos fascina ser hospitalarios, brindarle café al vecino, hacer amigos en un santiamén, compartir con la familia y allegados. No nos incomoda que nos llamen campesinos y que somos “del interior”, pues vivir en la naturaleza nos hace más felices que hacerlo en el frío concreto y el interior en la persona es lo importante, no lo externo, que eso no vale nada.

Y que nadie ose hablar mal de nuestros símbolos. Son sagrados. Consideramos nuestro Monumento a los Héroes de la Restauración el más imponente del mundo, las Águilas Cibaeñas el equipo más excitante del béisbol y la PUCMM la universidad por excelencia.

Y nuestro tabaco es lo máximo. Los Pepines es el barrio que más artistas ha parido. Nuestras mujeres son las más hermosas por dentro y por fuera. En la pista de baile creemos que somos insuperables. Cumplimos con la palabra dada. La Ciudad Corazón es la más limpia y organizada del Caribe.

Por todas esas razones, entre otras tantas, cada vez me siento más orgulloso de mi condición de santiaguense y de cibaeño, pues contribuye a yo ser mejor dominicano. ¡Y nos encanta cambiar la “r” y la “l” por la “i” ai conveisai!

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