Nuestras primeras nociones de la historia nacional establecen que la población autóctona fue diezmada hasta la extinción, poco años después del choque transcultural del llamado Descubrimiento. Parece ser, y así lo suponen reputados estudiosos del tema, que, para justificar la masiva importación de negros forzados traídos del África, oficialmente se declaró la raza indígena como extinta. Situaciones que llegan a nuestros días hacen concluir que lejos de suceder de esta manera, hubo una mezcla que produjo una absorción de los taínos sobrevivientes. Probablemente los estudios sobre el ADN mitocondrial “indio”, muestren que, entre los dominicanos de hoy, existen numerosos genes relacionados con los primeros habitantes de esta isla, que sobrevivieron haciéndose invisibles al poder avasallador de la ambición europea, mimetizándose, al dar inicio a una nueva cultura, mezcla de africanos, españoles, taínos y tantos que vinieron a recalar a esta tierra. Era el inicio de esa infinita mezcla de razas que, en el crisol criollo, dan forma y fondo al dominicano de hoy. Demuestra esa absorción, la gran cantidad de términos taínos que utilizamos en nuestra comunicación diaria, a 531 años de la llegada de Colón a La Isabela. La primera palabra del Himno Nacional, “Quisqueyanos”, gentilicio de los nacidos en Quisqueya, supuesto nombre indígena de la isla, aunque César Nicolás Penson, el abuelo ilustre, como filólogo, negaba esa raíz. Tabaco, iguana, hamaca, coa, casabe, catibía, naiboa, yagua, yarey, cigua, macana, macuto, y hasta el chin, para definir una pequeña cantidad o el chin-chin para referirse a una, aun menor. El mabí, el cacheo, bebidas criollas, fermentadas a partir de una palmácea y bejuco de indio. La cacata, tarántula nacional; el carey, tortuga marina; la hicotea, el manatí, al que los asombrados españoles llamaron vaca marina; el comején, termita criolla, batey, cana, caoba, guayacán, baitoa y muchísimos nombres de parajes y ríos: Haina, Jaragua, Tireo, Ozama, Yaque, Cibao, Higüey, Higuamo, Licey, Cotuí por mencionar algunos. En la agricultura y la gastronomía aparecen términos indígenas: orégano, maíz, batata, ají, yautía, arepa, ñame, maní, yuca, higüero, guayaba, guayo, maraca, calabaza, bija, burén. Artículos de vida como: canoas, cayucos, cabuya, cuaba, bohío. Leyendas, como la ciguapa. Los nombres de frutas son abundantes: jagua, guásima, guanábana, anacauita, caimito, cajuil, caguaso, pitahaya. Instrumentos de uso diario como la batea, tinaja, cuaba y musicales como la maraca, el güiro. La guabina, pez de agua dulce; el jurel, lambí, macabí, la camiguama, tiburón, cojinúa, guatapaná, bulgao, caracol marino comestible. En la medicina autóctona el magüey, la tua-tua, Otros como cacique, maíz, ceiba, mangle, guazábara, Parecería ser que, si como formuló el célebre decimero Juan Ant. Alix, tenemos el negro detrás de la oreja, parecería que llevamos al taíno detrás de la otra.

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