Por primera vez en la historia, un país africano, Kenia, apoyado por los descendientes de ex esclavos en el Caribe, asume la difícil y delicada misión de pacificar la emblemática nación haitiana.

Es la oportunidad de recuperar la soberanía del pueblo haitiano para, en su nombre, cambiar de modelo de Estado que los libere de la esclavitud de la ignorancia, el hambre y la miseria.

La oscura realidad de Haití no se puede revertir hacia un futuro brillante a menos que entendamos las raíces profundas y sus causas objetivas desde hace 219 años.

Podríamos imaginar una nación utópica dentro de 20 o 50 años, cuya historia podríamos relatar desde el presente, o en un futuro cercano, después de un período de transición.

Esto permitiría pacificar el país y escapar del caos y la anarquía, para educar a los actores políticos y a la sociedad viva de Haití en el diálogo, el consenso y el compromiso, con la ayuda del mundo entero.
Para lograr resultados concretos, debemos aplicar lógica y sentido común en los principios básicos que posibiliten un consenso indispensable que lleve al compromiso y la acción.

Propongo los siguientes puntos de consenso para tener en cuenta:

Los habitantes de Haití son africanos de orígenes étnicos, lingüísticos, religiosos y culturales muy diversos, que fueron asentados en diversas regiones de Haití antes de 1804 y que perduran en el 2023.
Fue el caso de dos tercios de los haitianos el 1° de enero de 1804. Los que no, eran descendientes de nacidos en África, o mulatos, de padres de raza blanca. Ninguno era descendiente de indígenas.

El estado escogido por Haití en 1804 no tomó en cuenta la diversidad de orígenes de la población, que, sin arraigo en la isla, estaba distribuido en regiones que aún hoy siguen mal comunicadas entre sí.
Ese modelo de Estado ha sido la constante en los 219 años de existencia del ahora Estado fallido de Haití.
Por ende, solo un cambio del modelo de Estado donde las diversas culturas africanas presentes en Haití en 1804 y que permanecen aún en 2023, darán un resultado diferente al caos y anarquía que se vive hoy.
Si se logra un consenso para la transición a un modelo de Estado que refleje las etnias y regiones haitianas, se pueden lograr los compromisos para un mejor futuro y gobernabilidad a la nación.

Los Estados exitosos de etnias y culturas diferentes existen y tienen un elemento en común: gobiernos ejecutivos colegiados que requieren consensos y compromisos e impiden el surgimiento de dictadores, gobernantes fuertes o carismáticos que solo benefician a su propio grupo étnico o político.

Si analizamos los últimos 219 años de Haití, es la constante que impidió el bienestar del pueblo. No importa si hubo emperadores o rey, presidentes, gobiernos de facto o elegidos, o anarquía.

Si se distribuyen los 10 departamentos entre 5 estados federados autónomos, podríamos lograr un gobierno colegiado ejecutivo en cada uno, cercano a la población que los elija.

Este mecanismo asegura que los políticos respondan a las necesidades y al mandato de la gente que los eligió previniendo la corrupción en la raíz misma de los gobiernos locales.

En el nivel superior nacional, cada estado federado, a su vez, elige un Consejero Ejecutivo Federal representativo de los diversos grupos regionales presentes en cada territorio.

Dado que ya más de un cuarto de los haitianos viven en el extranjero, sin importar donde nacieron o de qué región provienen, la elección de un sexto Consejero Federal representaría esa diáspora. Así, Haití recuperaría una población que ha sido excluida de la política, pero que tiene la educación y habilidades que Haití necesita, para acelerar su desarrollo en el siglo 21.

El Consejo Federal Nacional será el Gobierno Ejecutivo Colegiado del país para todos los asuntos que no son resueltos al nivel de los estados autónomos regionales o que atañen la integridad nacional y la relación con el extranjero.

El Jefe de Estado será la figura protocolar que representa la nación frente al mundo, ya que el Consejo Federal Ejecutivo, como cuerpo, ejerce el Poder Ejecutivo.

El Presidente del Consejo Federal sería uno de los consejeros por un año, rotándose el cargo hasta que cada Consejero agote un turno como Jefe de Estado. Su voto contará doble solo para desempatar.

El elemento en común de todos los consejos ejecutivos colegiados de los estados y de la confederación es que todas las decisiones serán por mayoría simple requiriendo cada vez consenso y compromiso.
No hay que reinventar la rueda, ese modelo de estado existe desde hace casi 8 siglos en un país algo mayor que Haití, con múltiples idiomas, religiones y culturas. Se trata de la Confederación Helvética, que puede servir de inspiración y modelo de Estado democrático para Haití.

Si este gobierno de facto evoluciona a uno de transición para lograr el compromiso de cambiar de modelo de Estado, se legitimaría un Comité de Expertos para redactar una constitución que determine los detalles, asegurando los derechos y libertades ganados desde 1804, en el contexto del siglo 21 cuando las circunstancias geopolíticas son diferentes a las del siglo 19.

Esta nueva constitución sería refrendada por un referéndum del 67% de la población con un voto de Sí o No, antes de proceder a elecciones de todos los consejeros y legisladores que encarnarían al nuevo estado confederado, para dirigir los destinos de Haití, como ejemplo para América, África y el Mundo.
El consenso y el compromiso serán el antídoto para la gobernabilidad y estabilidad que traerá la CONFIANZA del mundo para financiar la reconstrucción de Haití sin los miedos justificados de que un grupo de oportunistas se robe los recursos destinados para la Nación en su totalidad.

Los problemas se convertirían en oportunidades donde todos ganan.

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