Escribir sobre un ser humano tan grande siempre nos quedará pequeño, sobre todo cuando lo haces desde las teclas de la admiración, el respecto, sobre todo, desde el amor.

Para muchos Cristina Aguiar fue su profesora, una docente a carta cabal, entregada a la enseñanza por vocación, para otros fue su compañera de batallas interminables, de la lucha por sus firmes convicciones del ideario de Duarte, algunos tuvieron el gran privilegio de compartir con ella su inigualable labor de embajadora, colocando nuestra Bandera tricolor en los más altos estándares de reconocimiento frente a la comunidad internacional y para otras dos, el privilegio de que desde sus labios ella pronunciase una de las más palabras más bellas que puedan existir: hija.

Fuiste mi mamá por regalo de Dios, el universo y la vida, compartiste y estuviste en todos mis momentos clave para ser la mujer que soy hoy en día, sostuviste mi mano cuando lo necesite, pero, sobre todo, dejaste que yo pelee mis batallas, aplaudiendo mis logros y limpiando mis lágrimas cuando me caía, pero siempre diciéndome: “No te vas a quedar ahí llorando, next”.

Para los que no tuvieron la dicha de conocerla, la Dra. Cristina Aguiar estudió derecho en Francia, en la Universidad de Ciencias Jurídicas y Económicas Pantheon-Assad, donde obtuvo la licenciatura en Derecho con énfasis en Carreras judiciales, obteniendo su maestría, el Diploma de Estudios Avanzados (DEA), el Certificado de Aptitud a la Profesión de Abogado, el Certificado de Estudios Judiciales y, finalmente, el Doctorado en Derecho Internacional. Posee estudios superiores en Relaciones Internacionales y un Máster de la Universidad Castilla La Mancha en Derecho Público y Derecho Constitucional.

Mami Cristina dedicó toda su vida a la docencia universitaria, siendo profesora en París desde el año 1992, profesora visitante en la Universidad de Puerto Rico (Recinto Rio Piedras), en el Instituto de Derecho Internacional y Diplomacia del Burkina Faso (África), en la Universidad Iberoamericana, en la Pucmm, en el Inesdyc del Ministerio de Relaciones Exteriores, de igual forma, para el Instituto Global de Altos Estudios en Ciencias Sociales (Igolbal), y como profesora contratada en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), en donde tuve el privilegio de compartir estudiantes, obvio, a ella la querían más, siempre nos contábamos el panoramas de las aulas, los buenos estudiantes que descubríamos, todo esto entre risas y frases inigualables. No había estudiante que le pidiese ayuda o asesoría y ella con todo el amor, la paciencia y el conocimiento a la que ella no le decídase tiempo de calidad, como solo lo hace un buen docente, de los que pocos quedan y a los que yo y muchos amigos míos pretendemos emular.

Su amigo, a quien ella consideraba un hermano, de quien siempre considero un ser humano leal y solidario, el Dr. Juan Miguel Castillo Pantaleón la describe como “una extraordinaria dominicana, una eminente jurista, una académica de brillo internacional, un lujo de profesora universitaria, una autora, una conferencista fascinante, una diplomática defensora a ultranza de la soberanía dominicana, una duartiana de convicción”.

Fue la primera y única mujer que ha desempeñado el cargo de Embajadora Extraordinaria y Plenipotenciaria de la República Dominicana ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), donde dentro de sus logros en la misión se destaca la Resolución 54/134, el 17 de diciembre de 1999, con la cual se conmemora cada 25 de noviembre el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, para denunciar la violencia que se ejerce sobre las mujeres en todo el mundo y reclamar políticas en todos los países para su erradicación.
¡Te amaré por siempre!

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