El multilateralismo proyecta un renovado interés, inducido por la agenda que procuran impulsar las naciones con intereses en común ante un contexto internacional volátil, donde toman relevancia las alianzas estratégicas para fines de cooperación.
En el marco de este escenario se realizan los aprestos para la 17ª Cumbre de los Brics, a efectuarse en Río de Janeiro, Brasil, entre el 6 y 7 de julio de 2025, priorizando entre sus temas el cambio climático, la salud y la inteligencia artificial, todos estrechamente relacionados, en tiempos donde cobran fuerza los cuestionamientos a las prácticas utilizadas para impulsar el desarrollo de las economías emergentes, algunas de las cuales forman parte de ese mecanismo, comprometen la salud humana y la sostenibilidad del planeta.
Los Brics pueden considerarse como uno de los foros intercontinentales de mayor expansión en los últimos años, integrando a parte de las naciones con mayor densidad demográfica y con disponibilidad de recursos estratégicos, que a su vez guardan alguna relación ideológica y antagónica hacia parte de los países hegemónicos.
Este foro ha sabido articularse, dejando de lado el tema armamentista, las alianzas militares y los conflictos que algunos de los países miembros tienen con otras naciones, y privilegiar las relaciones económicas y comerciales entre sí.
Para que se tenga una idea, se ha establecido que los países que forman parte de los Brics constituyen a escala global el 40 % de la población, el 30 % de la economía y el 20 % del comercio, un potencial que se mantiene en expansión por la apertura que está dando para que otras naciones se integren.
Esto les permite resguardarse y apoyarse en medio de circunstancias adversas. A modo de ejemplo citamos la disposición de India de limitar las exportaciones de algunas variedades de arroz en 2023, para garantizar el suministro interno y limitar el auge inflacionario, pero esta medida no impactó a los Brics.
El ingreso de Irán a este foro resulta interesante, no porque trasciende en el ecosistema mediático por su participación en el conflicto armado en Medio Oriente, en el que coyunturalmente ha cerrado el estratégico estrecho de Ormuz por el que transita parte del petróleo y el comercio global, sino por su influencia en Latinoamérica en países como Venezuela, donde tiene una importante presencia en sectores comerciales y empresariales.
El terreno que Irán viene ganando en la región y como esto puede influir en su participación en los Brics podría ser visto con cierta preocupación por algunos sectores, no tan solo por su capacidad nuclear, sino por eventos negativos del pasado al que se le ha relacionado, como el atentado terrorista de 1994 en la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (Amia), en la capitalina ciudad de Buenos Aires, que quedó totalmente destruida, con un saldo de 85 personas fallecidas y más de 300 heridas, un evento que se le atribuye al Estado persa.
De este cónclave trascienden la ausencia de dos liderazgos clave: los presidentes de China, Xi Jinping y de Rusia, Vladímir Putin, lo que le permitiría una mayor proyección a Lula da Silva como anfitrión del país que actualmente ostenta la Presidencia de los Brics y al primer ministro de India, Narendra Modi, porque es la figura política de mayor peso internacional que estará presente.
Quedan en perspectiva el abordaje para fines de concreción de la ansiada moneda en común que se viene planteando desde hace tiempo; la posibilidad de que se incorporen otros países, siendo el caso de Venezuela, aunque Lula se opuso por la equidistancia que viene marcando de la controversial y cuestionado figura y gestión de Nicolás Maduro; así como el financiamiento a proyectos en curso y hacia futuro por parte del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) de los Brics.