Hace unos días leí un artículo sobre una expresión japonesa que me resultó muy interesante: Ichi-go ichi-e, qué significa algo así como “una vez en la vida”.

El escrito trataba de hacernos ver que las cosas ocurren una vez en la vida y por lo tanto hay que disfrutarlas. Me terminé preguntando si da más felicidad la meta o el camino.

He tenido esta filosofía siempre, la de disfrutar el camino. Algunos me interpretan como que alcanzar la meta no lo considero interesante. Y los que mejor me conocen saben que en cierta forma es cierto, no me emociona tanto el final del disfrute.

—¿Cómo el final, Diego Sosa?

La meta alcanzada es para mí solo el final. Se terminó por lo que luché.

Para muchos es diferente. La meta alcanzada les sirve de trofeo, el disfrute no termina con el hecho de llegar. Postear fotos, contar lo logrado, recordar… todo es parte del disfrute.

Lo malo es cuando el camino lo han etiquetado con el término de: Sacrificio.

Valorar cada momento como único me da una gran satisfacción. No me “sacrifico” para lograr algo. Disfruto del camino. Es una felicidad más prolongada que la de sacrificarme para lograr el disfrute del final… sí, el que llega al terminar el camino.

He visto personas que sufren el camino y se alegran de haber finalizado más que de la meta alcanzada. Todo porque no ven el trayecto como el medio para lograr el objetivo.

Es más, como para mí el camino es parte del disfrute, diseño un trayecto disfrutable. Y considero que, si no puedo recorrerlo de esa manera, quizá el resultado no vale la pena, por lo que ni lo veo como un objetivo que me interese.

Como vemos, lo importante para mí es ver cada momento como algo único y no como un sacrificio para poder conseguir algo único. ¿Quieres intentar hoy disfrutar más el camino a una meta que estás persiguiendo?

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