Se cumplen mañana 59 años del golpe de estado militar a Juan Bosch, algo impensable para nuestro país y Latinoamérica en esta época, porque no hay espacio para gobiernos que no sean paridos por las urnas y el guardia que se ponga a inventar sucumbiría ipso facto ante una vigorosa reacción de la población y sus instituciones representativas y, aislado por el rechazo de la comunidad internacional, duraría menos que una cucaracha en un gallinero.

Pero no se crea que los golpes de estado desaparecieron, lo que sucede es que ahora no son los militares en armas que los dan, pues han sido sustituidos por el llamado “golpe blando”, mediante el uso de los propios mecanismos de que dispone el sistema.

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