Proliferan en estos días los aspirantes a senadores, diputados, alcaldes y hasta a presidente de la República, que cuando queden conformadas las boletas definitivas de seguro se cumplirá algo consustancial a cada campaña electoral, y es que gente que arranca por un puesto alto, se transa con otro de menor jerarquía. Eso de aspirar arriba y amarrar abajo es parte del folklor político. Se tiran para ir al Congreso y terminan con un empleíto menor en el Gobierno; o pugnan por ser alcaldes y se conforman con una regiduría. Los que mejor “guisan” porque dominan ese “arte” a la perfección, son los partiduchos chiquitos que nunca crecen, pegados eternamente como sanguijuelas a los partidos grandes o mayoritarios y que resultan premiados hasta con ministerios y direcciones generales.

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