A Mauricio Claver-Carone, estadounidense de origen cubano y que acaba de ser defenestrado de la presidencia del BID, lo propuso Trump un mes antes de perder las elecciones y desde que asumió Biden no fue santo de su devoción por lo que se puede decir en buen dominicano que cayó en desgracia. Su destitución, que él califica de arbitraria y política, da para una novela, pero lo interesante a resaltar, ya que la acusación que le formulan es la de haber mantenido una relación íntima con una empleada, incumpliendo el código ético del banco, es que los funcionarios, y más si son enamoradizos, deben medir bien sus pasos porque el día menos pensado le sacan un expediente que podría contar hasta las agarraditas de manos e intercambio de papelitos en sitios públicos.

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