El estupor por el asesinato de su presidente paralizó a todo Haití; fue una situación de tanta confusión en las primeras horas, que no había respuesta para ninguna de las preguntas obligadas, incluida la más elemental entre todas: ¿Por qué los presuntos matadores se quedaron en Haití y no salieron de inmediato? Pero ese no es el tema; adonde queremos llegar es a que en la medida en que se despejen las dudas, la actual tranquilidad angustiante, lo que caracteriza a la llamada calma chicha, desaparecerá y Haití volverá a ser la olla de grillo que siempre ha sido, con el agravante del vacío de poder, razón por la que las autoridades dominicanas no deben abrir, por el momento, un milímetro de la frontera.

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