La impuntualidad no debe ser una marca de identidad para los latinos. Aunque se diga “hora americana”, siempre hay alguien que llega tarde. Esperar cinco o diez minutos puede ser razonable, pero más allá de eso, es una falta de respeto. Ser impuntual puede hacerte perder un vuelo, una cita consular, una entrevista de trabajo o incluso evitar que vivas con plenitud tu boda o tu graduación.
Muchas veces, solo valoramos la puntualidad cuando ya hemos perdido algo importante por no practicarla. Ser reconocido por llegar a tiempo habla mejor de ti que ser recordado por tu falta de compromiso. Programar alarmas con tiempo extra y prever contratiempos es una virtud que debemos adoptar.