Después de las fracasadas elecciones del 16 de febrero, estamos convocados para mañana domingo. Un imperativo de ciudadanía.

Esta vez han bajado los ánimos y la población está apaciguada. La rebeldía de la juventud después de esas frustradas elecciones, podría canalizarse mediante la vía del sufragio.

Igual, los militantes y los partidos políticos están algo extenuados y en general con los bolsillos vacíos, pero esperanzados en tener el mejor resultado en las urnas.

Los ciudadanos más simples, después de ver los acontecimientos, deben hacer un esfuerzo mayor para de nuevo obedecer al llamado cívico de votar como un ejercicio por el fortalecimiento de las instituciones democráticas.

Ahora, más que ayer, es necesario votar. Resistir la inevitable tendencia al inmovilismo, y comprender que la mejor manera de revertir las implicaciones de aquel mal momento es concurriendo a las urnas.

Ahora hay otra inquietud. Una amenaza global, el COVID-19, que ha sido el azote de la disciplinada China, la peste de Europa, Asia y progresivamente África y su presencia creciente en América. Ya Estados Unidos declaró la emergencia nacional por su presencia, lo que ha implicado restricciones importantes. Antes había cerrado su comunicación aérea con Europa. Universidades y escuelas cerradas y medidas duras en las ciudades donde la presencia es más significativa.

Tenemos el coronavirus en Centroamérica y en varias islas del Caribe, entre ellas Puerto Rico. Los dominicanos ya tenemos once casos, la mayoría importados, pero aumentan los casos sospechosos.

Ayer, los supermercados del Gran Santo Domingo fueron abarrotados en medio de crecientes rumores. Es más que evidente que hay temores y desconfianza. Algo parecido ocurrió en la segunda ciudad más importante del país.

Pero nuestras autoridades insisten sistemática y firmemente, que no tenemos el COVID-19 circulando en el territorio nacional. La Oficina Panamericana de la Salud (OPS) ha dicho que no hay peligro para acudir a las urnas a votar.

Es un deber ejercer el voto. Pero hay que hacerlo bajo el rigor de las pautas, con la debida distancia en las filas, evitando las aglomeraciones innecesarias, y aplicando todas las prácticas de higiene.

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