Puede parecer ocioso resaltar la importancia de las telecomunicaciones en el mundo actual, cuando la realidad cotidiana de la mayoría de las personas transcurre entre pantallas de ordenadores, teléfonos celulares, cajeros automáticos y redes sociales.

Precisamente el Día Mundial de las Telecomunicaciones se celebra desde el 17 de mayo de 1969, para conmemorar dos hechos históricos: la fundación de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) y la firma del primer Convenio Telegráfico Internacional, en 1865.

Posteriormente, se declaró el Día Mundial de la Sociedad de la Información para divulgar la importancia de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en el mundo, hasta que en 2006 se unificaron ambas fechas.

La larga evolución que permitió estrechar las distancias en el envío de información de un punto a otro del globo comenzó con el telégrafo, continuó con la invención del teléfono, la radiotelefonía, la televisión y el internet.

Ese avance ha permitido a la humanidad conocer en tiempo real lo que ocurre en cualquier parte del mundo, difundir información económica, científica, política, deportiva y de todo tipo en el momento en que ocurren los hechos, como también dictar clases a distancia.

De ahí que las telecomunicaciones están indivisiblemente unidas a las TIC, pero también aparecen desafíos y dificultades como la llamada brecha digital, que engloba las diferentes posibilidades de acceso de los sectores vulnerables a las TIC, un problema que tiene que ver con el desarrollo tecnológico y con la distribución del ingreso.

Mientras los sectores con más recursos acceden fácilmente a la tecnología, los pobres no pueden, hay regiones enteras que ni siquiera tienen electricidad o donde es tan costosa y a veces deficiente, que eso solo impide una mejor educación y preparación para la vida.

La velocidad a la que circula la información multiplica también las modalidades de estafas electrónicas y las noticias falsas, o “fake news”, que obligan a extremar controles.

El lema de esta jornada para 2024 es “La innovación digital puede ayudar a abordar los desafíos más apremiantes del mundo”, o sea, que no se pueden abordar cuestiones tan urgentes como el cambio climático, el hambre, la pobreza y el subdesarrollo sin las TIC.

Como esa información es la base de la acción, debiera usarse en trabajar para salvar el planeta, para combatir el hambre y la desigualdad, para mejorar la vida de todas las sociedades del mundo.

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