Luis Abinader
Luis Abinader

El presidente de la República, ante amenazas de muerte en su contra vertidas en redes sociales y en otras plataformas, ha dicho que se siente seguro en el país.

Tiene lógica que el mandatario se exprese así, porque su mensaje difícilmente pueda ser otro, pero también hacemos nuestras las palabras de la vicepresidenta Raquel Peña que, aunque considera las amenazas como casos aislados, asegura que debe haber consecuencias por parte del Ministerio Público.

“Nosotros tenemos que estar claros de que no tenemos esa cultura de amenazas, de agresividad, pero no inventemos. Que no nos pongamos realmente creativos, eso no somos nosotros”, dijo Peña.

Coincidimos con ella en que tiene que haber una sanción para limitar ese jueguito peligroso, también con el ministro de la Presidencia, Joel Santos, que asegura que el interés de las autoridades es “dar un ejemplo” con los que incurran en esa práctica.

Ese ejemplo tiene que ser muy firme aunque inmediatamente haya muestras de “arrepentimiento” de los infractores, porque forma parte del presunto relajo debido a que “suenan” por partida doble, cuando incurren en el delito de amenazar y luego cuando se retractan.

No ignoramos ni minimizamos que estamos ante un fenómeno social, el de las redes y las plataformas digitales, el de las nuevas tecnologías, que genera obsesión y hasta angustia por encontrar “contenido” fabuloso que publicar, así se trate de verdaderos disparates.

Tampoco pasamos por alto que no habrá un cambio de conducta ni una vuelta de tuerca solo con represión, porque no se llegaría al meollo de lo que aleja a estas personas de la realidad y del entorno familiar, lo cual se nota al ver a las madres y padres de los que incurren en estos delitos pedir clemencia y decir que sus hijos son buenas personas.

No se equivocan los expertos que advierten que con estos “creadores de contenido” asistimos al predominio de lo insulso, que banaliza y relaja los valores positivos y potencia la ignorancia y la insolencia.

Tomar como chanzas estas amenazas de muerte al jefe de Estado sería un error. Nadie puede celebrar estas “creaciones”, que distraen de sus verdaderas ocupaciones a los organismos de seguridad y los obligan a extremar sus protocolos y niveles de control porque, como razona el dominicano común, algún día puede ser verdad.

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