Hemos visto en estos días al ministerio de Agricultura en una labor de asistencialismo a dos sectores productivos, los guineeros de la Línea Noroeste y a los lecheros de esa misma región y del valle de San Juan de la Maguana.
No está mal. Es un auxilio que en alguna medida aliviará las pérdidas de los productores. En el caso de los empresarios que perdieron el mercado exterior del banano, primero por sequía extrema y luego por inundaciones, y ahora, los ganaderos afectados por la falta de lluvias.
Las compras de guineos subsidiados, lo mismo que las “pacas” e insumos a los ganaderos de San Juan de la Maguana y de la Línea, son sólo respuestas coyunturales, cada una explicada en sus especificidades, en otros momentos analizadas.
Los ganaderos, y dentro de estos los lecheros, sufren el grave problema ya sistémico de la falta de política de extensión hacia los productores en general, desde hace tiempo.
Se anuncia que serán designados 150 extensionistas para dar seguimiento a los productores. Es preferible al abandono a que fueron condenados por años.
El servicio de asistencia a los productores desapareció, y el mismo ministro de Agricultura, Osmar Benítez, ha debido reconocerlo.
Nadie en el campo recuerda cuándo fue la última vez que un técnico agrícola acudió a una finca para acompañar a un productor.
En el caso de la ganadería, apenas sobrevive el programa de trazabilidad, pero está muy determinado por el empeño de los ganaderos por mantener los controles en sus fincas.
Pero el ministerio de Agricultura debe asumir el rol que le corresponde, naturalmente, si es que el seguimiento al programa de Visitas Sorpresa se lo permite.
Lo dicho está estrictamente referido a la producción. Hablar de infraestructura como caminos vecinales, es quizás pretender demasiado.
Toda la riqueza que a fuerza de mucho sacrificio sale del campo dominicano, es producto del esfuerzo de quienes siembran o crían.
El gobierno se encarga de hacer la propaganda.
