El Banco Popular Dominicano ha revalidado recientemente su certificación como organización carbono neutral, otorgada por el Brihgtline Institute.
Esta revalidación significa también que es la única entidad financiera del país que obtiene dos veces este aval y demuestra cómo compensa sus emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) con programas de sostenibilidad ambiental y ecoeficiencia.

El Banco Popular, según esta certificación, cumple con la norma ISO 14064-1:2018 con una estrategia de mitigación efectiva que contribuye al desarrollo sostenible del país, al compensar 159,993 toneladas de CO2, fundamentalmente gracias a sus programas de reforestación, que son un modelo para organizaciones de este tipo.

El accionar del Banco Popular forma parte de una paciente y prolongada estrategia que lleva años de constante implementación y seguimiento, un esfuerzo que no ha pasado inadvertido por Brihgtline Institute, cuya decisión constituye un mensaje alentador para todas las instituciones comprometidas con la preservación del medio ambiente.

Las buenas noticias no se agotan aquí, porque los bancos internacionales han comenzado a contribuir con medidas financieras que alientan el combate al cambio climático, a través del financiamiento de proyectos sustentables y amigables con el medio ambiente y el clima.

Hay que destacar que muchos de los bancos locales se están sumando a proyectos de esta naturaleza, tipo el del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y su Iniciativa Amazonía, con la que aprobó alrededor de US$4,500 millones en recursos para operaciones relacionadas con el clima, la cantidad más alta de la historia, según ese banco multilateral.

El Banco Mundial también está embarcado en la financiación de proyectos “verdes” a través de su Plan de Acción sobre el Cambio Climático para el período 2021-2025, que ofrecerá ayuda a los países que deseen integrar plenamente sus objetivos climáticos y de desarrollo.

Otros organismos financieros multinacionales, como el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) han anunciado que destinarán fondos a iniciativas destinadas a salvar al planeta de la desertificación y a financiar energías sustentables.

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