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Todas las guerras se hacen siempre con dos procedimientos; la táctica, que es la distribución de las tropas, la forma en que se ataca durante el combate, y la estrategia, que es la planificación antes del combate y después, para decidir cómo armar los ataques, y cómo reorganizar las tropas si se gana o si se pierde.
El papa León XIV, en un duro mensaje dirigido ayer a los participantes en la conferencia anual de la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) criticó el uso de hambre como estrategia, y señaló: “Matar de hambre a la población es una forma barata de hacer la guerra”.
Precisamente las estrategias no implican el uso de armas sino procedimientos como espionaje, inteligencia, rumores esparcidos, estudio de todo cuanto hace el enemigo para finalmente atacar. Pero cuando se utiliza el hambre como estrategia, el nivel de crueldad sobrepasa todo lo imaginable porque significa ensañarse con la población civil.
No es una estrategia nueva, se ha usado a lo largo de toda la historia. Cuando un castillo era sitiado la gente se moría de hambre, cuando una ciudad era rodeada sucedía lo mismo, cuando un ejército invadía un territorio de lo que primero se apropiaba era de la comida.
El santo padre no se detuvo en ese solo detalle. También señaló la alarmante realidad del hambre en estos términos: “La tragedia del hambre y la malnutrición generalizadas, que persiste en muchos países hoy en día, es aun más triste y vergonzosa cuando nos damos cuenta de que, aunque la tierra es capaz de producir alimentos para todos los seres humanos y a pesar de los compromisos internacionales en materia de seguridad alimentaria, es lamentable que tantos pobres en el mundo sigan careciendo del pan nuestro de cada día”.
El hambre como estrategia es una realidad en la franja de Gaza, donde el poderoso ejército de Israel impide con cualquier argumento la llegada de comida, lo que termina por matar a los ancianos y a los niños.
El sumo pontífice señala con preocupación que ante esta realidad se aleja cada vez más la posibilidad de alcanzar el “hambre cero” de los Objetivos Generales de Desarrollo, mientras la fabricación y la venta de armas viven sus mejores momentos y como decía un desconocido poeta: “Marte está rojo de gloria porque los hombres se matan”.