No bien se aplaca el revuelo tras la publicación de un informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que acusa injustamente a la República Dominicana por la supuesta privación arbitraria de la nacionalidad dominicana a un número considerable de personas, el tema migratorio retorna a la palestra para dar pie a las recurrentes acusaciones de persecución y discriminación a ciudadanos del vecino país.

Hay cuatro situaciones de los últimos días, en medio del revuelo por la construcción del canal en el río Masacre, que demuestran que a las autoridades migratorias dominicanas o se les está yendo la mano o hay una “cacería” sin sentido ni justificación.

Son cuatro preocupantes hechos que debieran repercutir en el Palacio Nacional; uno es el caso de un niño haitiano que fue detenido cuando llegaba a su escuela, en Loma de Cabrera, y luego lo repatriaron.
Otro es el de un dominicano cuya esposa es haitiana, madre de dos niños, de tres años y cinco meses, apresada por agentes que irrumpieron en su casa sin autorización y se los llevaron a los tres.

Las Misioneras Dominicas del Rosario, Fraternidad de Laicos y Laicas y Frailes Dominicos en El Seibo, denunciaron también una serie de atropellos cometidos por agentes de Migración que se llevan a adultos y niños, en plena madrugada, semidesnudos y sin ningún tipo de consideración, aunque tengan sus identificaciones.

En otro caso fueron las denuncias de excesos y los abusos que determinaron la cancelación de diez agentes de Migración en Higüey.

La defensa de la soberanía, el derecho a establecer una política migratoria y de qué manera se otorga la nacionalidad a los extranjeros figura en nuestra Constitución, y está reconocido por tratados internacionales; esto es absolutamente incuestionable.

Pero llamamos la atención de las autoridades por los excesos, los abusos y el irrespeto a garantías elementales que se viven a diario en algunos procedimientos de los agentes de Migración.

Prestar atención y poner un freno a estos hechos, no es solo una cuestión de imagen del país en el exterior, sino que cada indocumentado, cada apresado y cada repatriado es un ser humano, y no hay ninguna justificación para el maltrato.

En estos días le hemos dado “comida”, material suficiente, a los organismos internaciones que siempre nos acusan hasta de “racismo estructural”.

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