El vandalismo como método de reclamación o lucha es el principal enemigo de cualquier causa. Debilita las razones justas y desacredita las que no tienen total aceptación de la población.

Destruir por cualquier vía una propiedad, pública o privada, es atentar contra la economía, afectar un activo del país. Saquear un comercio por el simple hecho de su propietario no haberse sumado a un paro es un delito agravado, con la desventaja de que difícilmente, para no decir imposible, se pueda castigar a alguien. Y hablar de resarcir es todavía más difícil, aun cuando un activo destruido representa un costo que obligatoriamente hay que asumir. El Estado cuando es un bien público y el propietario cuando se trata de un negocio pequeño, que por esa condición no tiene seguro o si lo tiene, carece de cobertura por daños maliciosos.

En el paro que diferentes organizaciones sociales y hasta políticas organizaron y respaldaron el pasado lunes en 14 provincias de la región Norte, hubo además de las clásicas pedreas con roturas de vidrio y quemadera de neumáticos, destrucción de postes del tendido eléctrico al menos en el barrio Cienfuegos de Santiago.

Un muerto y tres heridos fueron indicados como consecuencia directa del paro. Los heridos se curan y los postes o torres del tendido eléctrico con el tiempo serán necesariamente repuestos con el tiempo. Lamentablemente la vida que se pierde no se restablece.

Protestar es un derecho que le asiste a toda persona que entienda que sus derechos les son violentados. Lo cuestionable y censurable es protestar destruyendo propiedades. El método de protestar debe cambiar. Tiene que pasar del salvajismo, de la cultura de que la violencia es el indicador que muestra el éxito de una jornada. Uno de los reclamos que hacían las organizaciones que convocaron el pasado paro era mejoría en el servicio eléctrico. Pero para exigir esa mejoría derribaron postes que son las estructuras que soportan el tendido eléctrico, y por tanto son imprescindibles para dar el servicio.

Es como poncharles los neumáticos a un vehículo en el que se llevaría un enfermo grave al hospital y protestar luego porque el paciente murió sin recibir las atenciones médicas necesarias.
Es una irracionalidad. Simplemente eso. No cabe otra definición.

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