Violencia en Haití
Violencia en Haití

En los últimos días la situación en Haití está que arde aunque más apropiado sería decir que es infernal.
La violencia se agravó con el asesinato de policías y civiles, más un asalto espectacular a la cárcel de Puerto Príncipe con la fuga de más de 3,500 reos, la mayoría peligrosos delincuentes que seguramente engrosarán las bandas.

Ante este hecho el Gobierno dominicano reforzó y puso en alerta sus tropas fronterizas, como lo hizo el pasado 7 de febrero cuando se esperaba lo peor.

Por suerte eso no ha ocurrido, pero si la crisis en Haití recrudece, no se descarta un escenario de consecuencias impredecibles en la frontera.

De ahí la advertencia de la recurrencia, el ir y venir de los soldados, podría ser “hasta un día”, por lo que la protección de la franja fronteriza debe ser la prioridad de las Fuerzas Armadas, hasta que cristalicen algunas iniciativas internacionales que, hasta ahora, solo son discursos.

Un ejemplo de esto fueron las recientes reuniones de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) en Kingston, Jamaica, y de la Comunidad del Caribe (Caricom) en Guyana, donde se delinearon hojas de ruta para que Ariel Henry, primer ministro sin ninguna legitimidad, se comprometa a celebrar elecciones antes del 31 de agosto de 2025, lo que de por sí da una idea de los meses inestables que aguardan y la obligada vigilancia permanente de nuestros soldados.

Ese compromiso de elecciones antes del 31 de agosto de 2025 debe cumplirse sin demora, según las quiméricas palabras del secretario general de la ONU, António Guterres, presente en el cónclave de Caricom.

No hay que analizar demasiado para concluir que la inestabilidad continuará porque no se vislumbran fuerzas legítimas que lideren tal proceso, incluso porque el pasado acuerdo, que involucró a la mayor parte de los sectores activos haitianos, fue incumplido precisamente por quienes la comunidad internacional, y ahora los países de la región, pretenden que encabecen el esfuerzo.

Ni qué decir de la incertidumbre con la mentada fuerza de paz que lideraría Kenia, por lo que a nuestro Gobierno no le queda más que extremar la seguridad fronteriza, e insistir que colaborará en cuanto esté a su alcance, pero no puede hacerse cargo de los haitianos ni de su suerte inmediata porque de nosotros no depende la solución a su gravísima situación.

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