Los dominicanos deben entender que siempre la frontera terrestre estará en la agenda pública, por cualquier eventualidad, sea un conflicto vecinal, un contrabando, falta de controles inmigratorios, materia sanitaria o comercio.

Pero lo importante es que las políticas públicas criollas no se desentiendan de una cuestión con la que habremos de lidiar siempre. Y esta vez, tocó al alcalde de Santiago reanimar la cuestión de la inmigración ilegal.

El alcalde Abel Martínez, que lleva su agenda municipal con una vocación muy propensa a la defensa de los espacios públicos en Santiago, percibe muy singularmente la presencia de los inmigrantes irregulares, como un factor que amenaza sus avances. Pero al mismo tiempo, le agrega a sus inquietudes un claro sentido político: el temor a una “invasión”. Es en esa perspectiva que debe ser interpretado el discurso del alcalde que incluso provocó la reacción de Lorenzo Jiménez de Luis, representante local del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que dice que hablar de “invasiones pacíficas o no pacíficas” genera innecesariamente “alarma social”.

De cualquier manera, es inevitable que la inmigración irregular sea objeto de atención, toda vez que se refleja en sectores importantes del empleo, la producción, en servicios como salud, y por momentos, en la seguridad ciudadana.

Debe insistirse en que los organismos llamados a garantizar la seguridad fronteriza y regular la inmigración realicen sus misiones para evitar determinados estados en la población que a veces se proyectan como signos de irritación.

Por eso, damos bienvenida a la Fuerza de Tarea Conjunta Interagencial “Cerco Fronterizo”, organizada por el Ejército para apoyar las unidades de los cuerpos castrenses en la frontera.

De acuerdo con el ministro de Defensa, Rubén Darío Paulino Sem, al nuevo cuerpo de seguridad están asignados 360 efectivos que atacarán determinadas “debilidades” en los destacamentos de la zona, en los puestos de chequeo y en otras áreas que no están bajo resguardo de patrullas.

En fin, lo importante es cumplir las tareas a que nos obliga el hecho de compartir la isla con nuestros queridos vecinos.

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