La Zona como destino

Con la rehabilitación del Monumento a Fray Antón de Montesino, la Zona Colonial de Santo Domingo puede afirmarse ..

Con la rehabilitación del Monumento a Fray Antón de Montesino, la Zona Colonial de Santo Domingo puede afirmarse como un importante destino en la oferta turística dominicana, especialmente en su componente de conocimiento acerca del período de establecimiento de España en estas tierras y de su legado material en la que vino a ser la primera urbe bajo influencia europea en el Nuevo Mundo, o simplemente, América.

Ahora es un magnífico momento para ese propósito, no sólo como la continuación de una aspiración de quienes aman al destino Santo Domingo, de los vecinos que aún insisten en permanecer en la zona, sino también por la misma coyuntura del turismo dominicano.

Un viaje por donde comenzó América siempre será interesante, pero para que rinda los frutos deseados y no lleguen las frustraciones, es necesario que las autoridades responsables vigoricen la continuación de la segunda etapa de remozamiento de la Zona Colonial, que acusa debilidades de todo tipo.

Ya se avanzó en los cambios previstos en la primera fase del programa de desarrollo integral, pero eso no puede quedar ahí.
Los deterioros en las vías que no han sido intervenidas son evidentes. Sólo hay que observar las transformaciones que se hicieron en las vías remodeladas y ver el deterioro en las restantes.

Muchas infraestructuras deben ser intervenidas para salvarlas de la destrucción total.

Está el problema del drenaje sanitario, que data de los tiempos de la colonia. Su degradación se sufre con los humores que despiden los drenajes. Contaminan el ambiente y la habitabilidad en la Zona.

Y ni hablar de las dificultades de trasladarse en vehículos durante cualquier hora del día. La falta de parqueo debe ser otro problema a atender cuando se acometa la segunda fase de mejoría.

Y una cuestión que aún no inquieta a nadie. La creciente migración del sector, que amenaza la vida de esa parte de la ciudad. Evitar que se torne en una ciudad muerta, animada solamente por la presencia de turistas.

Es decir, que la mejoría y evolución de esa parte de la ciudad no vaya en desmedro de la habitabilidad de sus habitantes.

La segunda fase de la recuperación debe arrancar.

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