Las migraciones son uno de los fenómenos de mayor connotación en el mundo; el migrante es el “leproso del siglo XXI” que a pocos importa; el “ilegal”, el pobre que busca una mejor vida, que forma parte de 750 millones de seres humanos que apenas sobreviven.

Esta lacerante realidad se manifiesta en las migraciones forzadas, obligadas y compelidas ya sea por guerra, carestía, hambre, catástrofes climáticas, por lo que necesita un trato particular.

Debido a las circunstancias que las rodean se las denomina así para distinguirlas de la migración libre, en la que media la voluntad individual y se le da un tratamiento diferente.

En el caso de la Unión Europea, existe un pacto de redistribución para el migrante forzado, trastocado a partir de la asunción de la primera ministra de Italia, la derechista Giorgia Meloni, que ha solicitado a los demás países que se defina un código de conducta especial para los buques de las ONG que activan a su favor.

Esto ha provocado un enfrentamiento diplomático entre Italia y Francia, porque el barco humanitario Ocean Viking, de la ONG SOS Méditerranée, se encuentra varado y Roma se niega a aceptar a los migrantes que transporta.

Una primera reacción de condena provino del papa Francisco, que recrimina a ambas naciones porque hay gente que sigue muriendo “mientras se discute sobre su destino”. En la embarcación hay 230 personas rescatadas en el mar Mediterráneo.

Una queja de Italia es que este año han llegado a sus costas más de 88.000 personas, razón por la que cuestiona el pacto de redistribución para migrantes forzados, con lo que coinciden Grecia, Malta y Chipre, que exigen un “mecanismo eficaz, justo y permanente de reparto de la carga”.

Mientras la Unión Europea busca salidas y unifica criterios para que esta crisis no adquiera mayores proporciones, compartimos el clamor del Sumo Pontífice en apoyo a hombres, mujeres y niños que toman las rutas de la desesperación, que enfrentan viajes inhumanos y violencia de todo tipo en busca de un mañana mejor, mientras se discute su destino o simplemente se mira para otro lado.

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