Finalmente, después de que la noticia circulara profusamente en todos los medios occidentales, se comprobó que el misil que impactó territorio polaco y mató a dos personas no provenía del ejército ruso, sino de Ucrania.

Tanto el presidente de Polonia, Andrzej Duda, como el secretario general de la OTAN, Jens Soltenberg, tras insistir en que el artefacto era de fabricación rusa, aclararon que no lo lanzó Rusia, sino que por “error” se disparó desde Ucrania.

Que esto suceda cuando surgen presiones para que el conflicto se encamine a una negociación, da una idea de los intereses en pugna en esta guerra y de que a algún sector la paz le interesa muy poco.

La reunión entre Biden y Xi Jimping en Indonesia, la visita del canciller alemán a Turquía y a China, la apertura al diálogo mostrada por Putin y Zelensky, más el vuelco de la prensa estadounidense a favor de finalizar el conflicto, son indicios de que hay negociaciones en marcha.

Pero para las estructuras que se alimentan del negocio de la guerra y para los que azuzan intereses geopolíticos, las conversaciones de paz no sirven.

Por ello resulta más que evidente que los que lanzaron este misil “por error” están en contra de un acuerdo.

El papa Francisco ha sido la voz más serena y sensata que ha condenado este conflicto mientras unos pocos engordan sus cuentas bancarias con la venta de armas y el endeudamiento y destrucción del pueblo ucraniano.

Precisamente un punto incómodo en cualquier negociación que se inicie es que ahora los que embarcaron a Zelensky en esta guerra tienen que buscar la manera de salvarle el honor.

Pero también es momento de que Zelensky elija cómo pasar a la historia, si como el hombre que evitó una escalada que presagiaba una guerra nuclear, o como quien prestó su territorio para una guerra que otros llevaron por delegación.

El fin de esta masacre es un imperativo humano. Sabemos que no será fácil un acuerdo, pero los enemigos de la carrera armamentista deben exigir, como el papa, que se escuche la voz de los pueblos que piden la paz.

Y mencionamos al Sumo Pontífice por ser el único que ha condenado a Putin sin dejar de señalar a Occidente, y sin caer en la irresponsabilidad de los que callan o aplauden para ser simpáticos o complacer intereses.

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