La cantidad de suicidios en el país es un problema preocupante de salud pública, cuya repercusión social refleja el drama que significa vivir en estos tiempos, cuando la salud mental de la población se ve tan descuidada.
Mientras los especialistas se quejan de la escasa atención a este problema, la gente sobrevive en esta jungla donde los depredadores son también humanos, y los tapones, el manejo temerario y el trato descomedido de choferes y cobradores es apenas el inicio de una rutina de jornadas laborales con jefes a veces más descomedidos que los transportistas.
El estrés acumulado en años genera depresión, ataques de pánico combinados con cuadros de ansiedad, hipertensión, paranoia, una bomba de tiempo que cuando estalla tiene consecuencias nefastas también para para las familias de los afectados.
Según la Oficina Nacional de Estadísticas, entre 2019-2023 hubo 3,152 suicidios, 669 registrados en 2023, sesenta más que los 609 del 2022. Cada 13 horas mueren dos dominicanos por esa causa, señal de una profunda crisis de salud mental que exige respuestas urgentes.
Según la misma ONE, el 59.5% de los suicidios es por depresión o problemas mentales, los motivos de un considerable 19.29% nunca se declaran, y un 14.70% se debe a conflictos familiares, violencia intrafamiliar y de género.
Abril Arias, presidenta de la sociedad de sicólogos reveló recientemente en un programa en CDN que en el país hay 55 mil psicólogos, en su mayoría desempleados, prestos para trabajar en programas de intervención. Y aunque la Ley de Seguridad Social 87-01 establece en su artículo 118 que las aseguradoras deben cubrir los servicios de salud mental, eso nunca se ha cumplido.
Una advertencia que siempre formulan los especialistas a los medios es que no se debe normalizar el suicidio, las estadísticas demuestran que por cada uno que se publica, otros tres le siguen en pocos días.
La prevención del suicidio debiera comenzar por asegurar la atención en salud mental de la población, con especialistas en cada hospital público, donde hay muy pocos, pero, además, la mayoría de los sicólogos, siquiatras y terapeutas no trabajan con seguros y sus servicios son caros.
Que las autoridades presten la debida atención a la salud mental es la única manera de evolucionar positivamente hacia una sociedad que apueste por la vida, por la esperanza, y que trabaje confiada en construir un futuro mejor para todos.