No pasó inadvertido que en su rendición de cuentas del 27 de febrero el presidente Luis Abinader no dedicara una sola palabra, de las 13,179 de su alocución, a la calamitosa situación de los centros penitenciarios, por lo que alarma que tampoco lo haya hecho en las 6,330 palabras que pronunció en su reciente discurso de juramentación, pese a lo dramático y lacerante de una situación que permanentemente es noticia negativa.

En la rendición, según lo establece la Constitución, el mandatario informa de la gestión del año anterior y explica las prioridades y proyectos que el Gobierno se propone ejecutar, por lo que si el tema penitenciario no tuvo ninguna mención al resaltar lo realizado en 2023 y no figura para este 2024, significa que no es importante para los encargados de elaborar las políticas públicas.

Resulta chocante la marginación de este tema en sendas alocuciones, porque en abril pasado, con el decreto 186-24 fue creada la Comisión para el Seguimiento al Plan de Reforma Penitenciaria, bastante representativa, y en uno de sus considerandos plantea la adopción de medidas tendentes a mejorar la calidad de vida de los internos en las cárceles del país, lo que requiere de un esfuerzo integrado de diversos actores sociales.

Lo que se teme es que se haya puesto el acento o que la comisión se circunscribe a la encomienda de habilitación del recinto de “Las Parras” y a la adecuación de la infraestructura que se pueda rescatar de la penitenciaría nacional de La Victoria.

Aunque falta documentación sobre los trabajos que realiza dicha comisión, la total ausencia de la situación carcelaria en los discursos presidenciales no ofrece ninguna esperanza ni garantía a la sociedad, y mucho menos a los presos, de que pudiera haber alguna mejoría en el futuro inmediato.

No ponemos en duda que las iniciativas gubernamentales tengan buenas intenciones, pero informes recientes de la Oficina Nacional de la Defensa Pública acerca del hacinamiento y la promiscuidad en los presidios, dan la sensación de que está estancada o se tarda demasiado para afrontar una situación inhumana.

Aunque vale aclarar que aunque estamos llamando directamente la atención de nuestros gobernantes, no somos ajenos al hecho cierto de que lo que se refleja en el sistema penitenciario, pero magnificado, son las distorsiones, debilidades e incoherencias del sistema de justicia dominicano.

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