Uno de los más grandes problemas que han marcado el devenir dominicano es la percepción extendida de que el país no avanza. Está tan entronizada pese a las informaciones de especialistas y organismos internacionales que indican que la economía nacional está entre las de más crecimiento en la región.

Las cifras lo confirman: un crecimiento promedio del Producto Interno Bruto de alrededor de más de 5% anual desde finales del siglo pasado, pero seguimos lastrando pobreza y apreciables niveles de desempleo.

El crecimiento ha ido acompañado de reformas cíclicas que han influido positivamente los negocios y la inversión, además de una estabilidad política relativa desde la década del 70 del siglo pasado.

Una y otra campaña orientada a disminuir la burocracia y las trabas para la celeridad de los negocios y la inversión. El país ha suscrito tratados de libre comercio que han influido en la redefinición de la base económica y propiciado la comprensión del valor de las exportaciones.

Se hacen cosas para que ese crecimiento llegue a la gente, pero falta mucho por hacer.

Ayer, se reunió el pleno del Consejo Nacional de Competitividad y adoptó más de 100 directrices para mejorar la productividad y la competitividad.

Se busca agilizar todo lo que tiene que ver con las exportaciones y mejorías significativas en los puertos. Serán rescatados los de Barahona y Montecristi.

Para exportar hay que disponer de una masa exportable. En efecto, se declarará de prioridad nacional la promoción de la exportación de al menos 30 productos, priorizando el aguacate, el banano, la piña, el mango, los vegetales de invernaderos, los plátanos, la yuca, el coco y el cacao. Pero eso conlleva dar a la agricultura un nuevo impulso orientado a estimular la vocación exportadora.

Se busca también impactar la industria turística, la preservación de las playas e incorporar la zona colonial en la carpeta de ofertas. También acelerarán la implantación de la ventanilla única para la construcción. Otras medidas están orientadas a impactar la minería, zonas francas, turismo e industria.

Digamos que esa ola de cambios pudiera dejar mejores resultados, y el crecimiento empezaría derramarse a muchas más personas.

Entonces pudiéramos creer que de verdad avanzamos. Sería un paso más hacia adelante.

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