Este título es una síntesis de la primera reacción a la reforma presentada ayer, del experto economista Jaime Aristy Escuder, que ha sido parte de la mayoría de procesos de este tipo realizados en el país.
Visto lo mucho que abarca, podría considerarse como punto de inflexión, siempre y cuando no se desnaturalice en el camino y logre “pasar” en el Congreso como fue concebida y mantenga, esencialmente, su espíritu de equidad, que es una de sus bases de apoyo, reflejada en eliminar exenciones e incluir impuestos progresivos.
De entrada, conocidas ya las propuestas concretas, se podría decir que lo que desde el Gobierno denominan Ley de Modernización Fiscal debiera ser ponderada ampliamente y abrir espacios de discusión, aunque damos por descontado que al ser formulada se pensó en el futuro del país y contiene lo que realmente esta nación necesita.
Reconforta en ese sentido lo dicho inicialmente por representantes del Consejo Nacional de la Empresa Privada (Conep), de que habrá una ponderación a fondo, pero que la ven como una oportunidad para que el país avance. No soslayamos y por eso destacamos el valor de la opinión del Conep, porque el 85 % de la actividad productiva nacional proviene del sector privado.
El Gobierno se justifica en que se trata de un esfuerzo por lograr más desarrollo y bienestar para más gente, lo que de por sí solo debiera concitar apoyo masivo, siempre y cuando haya una real y efectiva inversión de los recursos que se pretenden captar para destinarlos a seguridad, salud, transporte, energía eléctrica y asegurar la estabilidad económica.
Habrá sacrificios porque se elevarán tasas y se gravarán ingresos del impuesto a la renta y la propiedad inmobiliaria (IPI), y se “tocarán” productos y servicios específicos.
Como medidas compensatorias, se propone favorecer a los sectores de menores ingresos con aumentos “sensibles” de los salarios y transferencias monetarias a los más vulnerables.
Que se abra pues, la discusión, esperanzados en que no terminará en los “ajustes” o “parches” que se generan al acomodar imprescindibles e inaplazables reformas a las exigencias de determinados intereses y coyunturas.
Ojalá que esta vez se produzcan las modificaciones que nuestro país necesita.