Vladimir Guerrero acaba de obtener el más alto honor que se concede en el béisbol de las Grandes Ligas en Estados Unidos. Fue seleccionado con un elevado porcentaje de votos de 92.9, al Salón de la Fama.

A Cooperstown, donde será exaltado el domingo 29 de julio junto a otras celebridades, no se llega por ser bueno. En la generalidad de los casos, hay que ser grande, extraordinario, imponente, dominante.

Eso fue Guerrero en su carrera de 16 años en las Grandes Ligas, donde acumuló un promedio de .318, con 449 cuadrangulares y 1,496 carreras impulsadas. Debutó en 1996 con los Expos de Montreal y exhibió su calidad con los Angelinos de Los Ángeles, siendo con ellos el Jugador Más Valioso de la Liga Americana, en 2004. Se retiró en 2011 con los Orioles.

Hay muchos otros logros a resaltar de Vladimir, a quien en liga menor un célebre autor llegó a llamarle “Vlad el empalador” por su capacidad inmisericorde para destrozar la pelota. Estuvo en nueve Juegos de Estrellas, obtuvo ocho Bates de Plata, fue líder en hits, en total de bases alcanzadas, en fin, uno de los mejores cañoneros derechos de las últimas décadas.

Pero hay más en el hoy recién elegido inmortal, el tercero de la República Dominicana junto a Juan Antonio Marichal Sánchez y Pedro Jaime Martínez.

Vladimir nació en la pobreza en Don Gregorio, Nizao, Baní, y atravesó por las peripecias que su origen incluye dentro de su difícil territorio. Era común verlo con una azada en diferentes propiedades de la zona para ayudar al sustento de su amplia familia, liderada por Altagracia Alvino, su madre, a quien se le debe profesar un respeto de altos quilates por haber sembrado valores en la prole.

Sencillo y hombre de bajo perfil, Vladimir le ha devuelto mucho a su comunidad al crear fuentes de empleo.

Ese comportamiento ejemplar, sin máculas, también suma para llegar a Cooperstown.

Felicidades para Vladimir Guerrero, otro dominicano que alcanza la gloria escalando desde el fondo con una hoja limpia de servicios.

Vladimir Guerrero, otro triunfador que entra al paraíso de Cooperstown.

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