En el país, en los últimos años, se han suscitado muchas discusiones a nivel de instituciones sociales y de opinión pública, sobre el tema de la integración de la educación sexual en nuestras escuelas. La ausencia de la educación sexual formal en el sistema educativo se ha vinculado a un conjunto de problemáticas que impactan los aprendizajes de nuestros estudiantes, y que pudieran estar socavando la efectividad de la escuela dominicana. El alto nivel de embarazo en adolescentes, es una de estas problemáticas. Su consecuencias más visibles son; conlleva, para las jóvenes, deserción escolar, falta de oportunidades posteriores de educación y trabajo, y eventualmente, limitaciones para articular un proyecto de vida digno en el futuro.

De hecho, en el currículo dominicano vigente dominicano no se establece ninguna competencia relativa o que incluya ese aspecto, y obvio, en ninguna asignatura está como tema de contenido, que bien pudo se integrado a las Ciencias de la Naturaleza o la Formación Integral Humana y Religiosa.

El tema regularmente genera grandes debates y confrontaciones entre diferentes sectores. En estas circunstancias, ¡qué oportuna son las declaraciones recientes del papa Francisco, durante la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá! El ppapa dice “[…] debe impartirse, de manera objetiva. Y, como es, sin colonizaciones ideológicas”, “El sexo, don de Dios, necesita ser educado”, y añade, “Lo ideal es que comience en casa, con los padres. No siempre es posible por tantas situaciones de las familias, o no saben cómo hacerlo”, “insto a las escuelas que suplan ese tema sepan cómo hacerlo, porque si no quedará un vacío”. Pese a declaraciones tan contundentes e iluminadoras, aún se escuchan voces trasnochadas, como la de un famoso teólogo americano que escribió recientemente, y cito: ”La naturaleza humana no cambia. Las exigencias de la virtud tampoco. Los perjuicios de dar a conocer, de forma prematura o indebida los temas sexuales fuera de la familia, siguen siendo los mismos. El daño irreparable que causan los pecados de impureza en las almas, las amistades, las familias y la sociedad en general son los mismos de siempre. Nada ha cambiado sustancialmente entre 1929 y 2019” (Kwasnniewski,2019), Refiere el año 1929, a propósito de la publicación de la Encíclica Divini illius magistri, considerada la Carta Magna de la educación juvenil, por el mismo teólogo.

Esperemos que la voz del papa tenga más poder y valor que las voces de falsos apóstoles, y que, a su vez, sea inspiradora de grandes cambios.

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