Desde hace tiempo hay una estrategia que primero fue iniciativa política-electoral de actores pro-gubernamentales y estrategas palaciegos; y luego, de la periferia periodística-mediática del expresidente Leonel Fernández: a) escoger -iniciativa-objetivo oficial- a Leonel Fernández como adversario, bajo la estrategia de disminuir al PLD y su candidato; y b) los estrategas -abiertos y solapados- y periferia periodística-mediática de la FP vender al expresidente como líder de la oposición cuando solo sacó el 8% de los votos (2020). Ambas estrategias perseguían disminuir al PLD y su candidato Abel Martínez (hacerlo cuasi invisible sabiendo que es imposible).

Hoy esa doble estrategia ha sufrido grietas y bajas, pues, por encima de ambas estratagemas, Abel Martínez es la novedad política-electoral; y, por otro lado, la narrativa oficial ha sufrido bajas (Leonel Fernández ya no es un aliado y la oposición mayoritaria, diga lo que se diga, la encabeza el PLD) y se ha pactado una alianza (“Rescate RD”) que, con sus matices y especificidades, echó por tierra el objetivo político-electoral-estratégico, del partido gobernante, de mantenerla dividida o fragmentada. Eso, en término absoluto, ya no es posible.

Sin embargo, hay dos temáticas fácticas -una neurálgica-geopolítica- que solo el candidato del PLD puede proponer, a su masiva expresión y desde una postura reiterada, en sintonía creíble: los temas seguridad ciudadana y migración-frontera (y cuando hablamos de esas temáticas -fácticas y neurálgicas-, no las circunscribimos solamente a la desbordante presencia de ciudadanos haitianos -incluido, en paralelo, parturientas o “invasión del vientre”- sino desde el enfoque de una política migratoria efectiva y de visión de Estado, por ser un asunto neurálgico-fáctico-estratégico y geopolítico-comercial a la vez) pues se hace urgente encarar y priorizar el control sistemático, sin demora ni subterfugios coyunturales o episódicos, sobre ambas temáticas. Lógicamente, sin perder de vista la explosiva situación sociopolítica del vecino país. Mas -y referido al asunto Haití-, como país-nación, debemos tener una política de Estado -innegociable- sobre Haití que debe ser un presupuesto programático-estratégico y diplomático, no coyuntural, que trascienda, en primera instancia, cualquier iniciativa de la “comunidad internacional” -llámese ONU, OEA, Unión Europea, etcétera-. !Bahamas, en materia migratoria, la tiene!

Esa política de Estado es un asunto, diríamos de sobrevivencia nacional, que cobra, como el de la seguridad ciudadana, mucha credibilidad y esperanza en el candidato del PLD -por su gerencia efectiva y postura firme ante ambos asuntos- y marca una diferencia estratégica-fáctica, entre los tres candidatos, que favorece y proyecta, política y electoralmente, a Abel Martínez, y no tanto al presidente actual -que, dicho sea de paso, está bajo presión foránea y acompañado de actores de la sociedad civil de clara proclividad a ciertas agendas supranacionales y empresarios beneficiarios histórico-sectorial de esa migración-, ni a Leonel Fernández que ya fue tres veces presidente.

De modo que el discurso político-Electoral actual se bifurca en tres narrativas políticas-electorales -sin que la polarización real PRM-PLD haya desaparecido-: a) la narrativa de dividir a la oposición, ahora con el agregado del adversario -antes aliado- Leonel Fernández y el objetivo oficial de disminuirlo, b) la narrativa fupuísta de apostar a un balotaje de segunda vuelta, obviando febrero-2024; y c) la narrativa peledeísta de reafirmar una gran alianza opositora donde febrero-2024 y sus resultados proyecte al PLD y su candidato como el candidato indiscutido del pacto “Rescate RD” y derrotar al partido de gobierno en primera vuelta. Por lógica política-electoral, este último escenario (!posible!), pasa por un acto de conciencia-país, relevo de liderazgos y el compromiso de un gobierno compartido en la línea del pacto “Rescate RD”.

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