Una gesta heroica, fallida en sus propósitos medulares y triunfantes en las consecuencias y heroicidad, maltratada por el azar y las adversas circunstancias, hoy matizada por el olvido y quizás por la falta de apego a nuestro pasado. En la Historia de enseñanza escolar, no figura ni como referencia, lo que contribuye al olvido colectivo. Domingo 19 de junio, con la luna en cuarto menguante, Géminis en sus finales cuando tras 11 horas de vuelo el Hidroavión Catalina, amarizaba en la entonces remota bahia de Luperon, a las 7 de la noche. 12 valientes llegaron a bordo de ese “pájaro” anfibio, cargado de armas para otros combatientes que nunca llegaron. Habían despegado desde el Lago Izaba, en Guatemala, con la protección y el auspicio del presidente Juan José Arevalo Bermejo. “Con el pueblo y junto al pueblo alcanzaremos la victoria” ¡Viva la libertad! ¡Viva la democracia! Abajo Trujillo y su régimen de oprobio”. De esa manera terminaba el manifiesto de los expedicionarios de Luperòn. Este grupo de 12 era el más péqueño de los 3 conformados en los planes originales y el único que llegó a su destino. Comandados por Horacio Julio Ornes, vinieron los dominicanos: Tulio Hostilio Arvelo Delgado, Federico Horacio Henríquez Vásquez(Gugú), José Rolando Martínez Bonilla, Héctor Miguel Ángel Arzeno (Miguelucho), Hugo Kundhart, Salvador Reyes Valdez y Manuel Calderón Salcedo; el costarricense Alfonso Leyton y los nicaragüenses Alejandro Selva, Alberto Ramírez y José Félix Córdova Boniche. Financiados por Juan Rodríguez García (Juancito) y que comandaria un 2do grupo, con planes de aterrizar en Constanza, escenario del grupo que 10 años después llegara para el mismo sitio y Miguel Ángel Ramírez Alcantara, jefe del 3er grupo, que pensaba aterrizar en San Juan, su zona de arraigo, quienes por azar del destino no pudieron unirse a los demás en este intento por derrocar a Trujillo, ya con 19 años en el poder. El régimen había logrado penetrar el movimiento atraves de un Ex Capitán del Ejército. Fracasaron en el intento de la toma de Luperón y en medio de la confusión resultó muerto Alfonso Leyton y mal heridos Hugo Kundharty Alberto Ramirez. Ornes ordenó trasladarlos hasta el Catalina adonde Salvador Reyes Valdez les dio atenciones médicas. Posteriormente se ordenó salir al hidroavión y recibiendo Ornes datos falsos, se atascó en un banco de arena, adonde el guardacostas 9, de la Marina de Guerra, lo cañoneó inmóbil. Allí carbonizó el cadaver de Leyton, y los que estaban como heridos y el que fungió como médico. En temerario acto, el Dr. Alejandro Capellan conservó sus cadaveres hasta la desaparición de la dictadura. Varios americanos fueron fusilados, al igual que Fernando Suárez y Fernando Spignolio, denunciados por el espía en el que confiaron. Capturados cuando se guarecieron en el monte, incluyendo a Miguel Ángel Feliú Arzeno, quien vendría en la expedición del ’59 por Constanza. Cayo Confites, Luperón, Constanza Maimón y Estero Hondo, contribuyeron en su medida con sus héroes, a construir la democracia que disfrutamos hoy, con sus ribetes folclóricos, los dominicanos.

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