Ayer leí un interesante artículo -“Cháchara electoral”, su título, de Héctor Martínez Fernández- en el que, con soltura y especificaciones concretas, se especulaba con la idea o imaginario -atípico- de que el presidente Luis Rodolfo Abinader Corona finalmente no fuera por la repostulación y dejara a partidarios, funcionarios y reeleccionistas de ocasión con el moño hecho.

Lógicamente, el mismo articulista no se hacía mucha esperanza al respecto; aunque dejaba entrever que era partidario de ese “atípico” escenario que hasta el entorno familiar del presidente -según trascendió-, en algún momento lo acarició.

No obstante, en historia política reciente, ese otro escenario siempre ha sido una quimera rarísima que se dio en el año 2000 -porque estaba prohibida la reelección y el presidente de turno sostenía la tesis u opinión de negación del “beneficio propio”-, pero, fuera de esa excepción -y hasta el día de hoy-, el espíritu-“escuela” Trujillo-Balaguer no ha dejado de ser recurrencia histórica con episodios-excusas risibles: reforma constitucional de tres noches (2003), amago-resignación y firmas de “ingenieros constitucionalistas” (2012), supuesta o real llamada de Pompeo (2019); y ahora un acápite estatutario partidario sacado de cuajo y una tradición anti-reeleccionista que Peña-Gómez quiso fuera muro de contención y relevo de liderazgo presidencial en un país presidencialista y donde todo el mundo, por más disimulo, quiere reelegirse hasta de portero -y no hablamos fútbol-.

Y la verdad que esta vez intriga la tardanza, pues no se parece, para nada, a los juegos-relajos de Balaguer -que esperaba dizque hasta el último momento para inscribir lo que ya estaba inscrito-. Por ello, tal vez, cabe la posibilidad, remota -no nos engañemos-, que el actual jefe de Estado lo esté pensando sin que Vengoechea no esté detrás del suspenso.

De todas formas, eso está por verse a pesar de un hecho-antesala irrefutable: de la constitución partidaria del partido de gobierno -PRM- fue desterrado el acápite que impedía esa fascinante tentación y mal haría yo -reeleccionista a regañadientes o estomacal- siquiera pensar que lo que es legal y fascinante no termine siéndolo, también, para el que no se opuso cuando su partido quebró-desterró aquel principio; y más si hasta doña Milagro Ortiz Bosch, si mal no recuerdo, se montó en la patana reeleccionista (2003). Y eso era mucho decir o siquiera pensar…..

Finalmente, en caso de darse lo improbable se daría un escenario político-electoral inaudito, sin duda…(pero, ¿no estaríamos soñando despiertos?). Creo que sí…

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