Siempre espero con interés la tradicional bendición de Navidad del papa Francisco “Urbi et Orbi” (a la ciudad de Roma y al mundo). Este año, entre otros aspectos, se refirió a las guerras. Me encantó cuando expresó: “Decir ‘sí’ al Príncipe de la paz significa decir ‘no’ a la guerra, y esto con valentía, a toda guerra, a la misma lógica de la guerra, un viaje sin meta, una derrota sin vencedores, una locura sin excusas. Pero para decir ‘no’ a la guerra es necesario decir ‘no’ a las armas”.

Conozco al papa Francisco desde muy joven. Compartimos en ambientes de fe, con Jesús como ejemplo a seguir, en campamentos juveniles, enseñamos la solidaridad, fortalecimos el conocimiento y valoramos el medio ambiente. Estuve con él organizando parroquias, liberé a personas del yugo de la ignorancia, eduqué sobre nuestro deber de servirle al prójimo, en especial a los más necesitados.

Bueno, en realidad no me refería al papa Francisco, sino al sacerdote Ramón Dubert, también jesuita. Las ideas y actuaciones de ambos las noto muy parecidas, aunque guardo el debido respeto al sumo pontífice. Por ello el obispo de Roma me es tan familiar, lo que de seguro ocurre a muchos de los que trataron al padre Dubert.

El papa Francisco cada vez me impacta más con sus reflexiones teológicas y sociales. Significan mucho para el futuro de la Iglesia Católica. Entiende al ser humano con las luces, sombras y complejidades que le rodean.

Continúo con parte de su mensaje de Navidad: “Porque si el hombre, cuyo corazón es inestable y está herido, encuentra instrumentos de muerte entre sus manos, antes o después los usará. ¿Y cómo se puede hablar de paz si la producción, la venta y el comercio de armas aumentan? Hoy, como en el tiempo de Herodes, las intrigas del mal, que se oponen a la luz divina, se mueven a la sombra de la hipocresía y del ocultamiento”.

Esto me impresionó: “¡Cuántas masacres debidas a las armas ocurren en un silencio ensordecedor, a escondidas de todos! La gente, que no quiere armas sino pan, que le cuesta seguir adelante y pide paz, ignora cuántos fondos públicos se destinan a los armamentos. ¡Y, sin embargo, deberían saberlo! Que se hable sobre esto, que se escriba sobre esto, para que se conozcan los intereses y los beneficios que mueven los hilos de las guerras”.

Ojalá que estas palabras lleguen a los promotores de las guerras y de la muerte. Gracias papa Francisco por tu obra extraordinaria en favor de nuestra Iglesia y del mundo y gracias padre Dubert por hacerme comprenderla más fácil. Honor a esos dos grandes Hijos de Dios.

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