La emisión del Decreto 667-23 del 29 de diciembre que designa al señor Celso Marranzini Pérez como el nuevo presidente del Consejo Unificado de las Empresas Distribuidoras de Electricidad (CUED), en adición a sus funciones de vicepresidente ejecutivo del Consejo de Administración de la Empresa de Generación Eléctrica Punta Catalina, S.A., es una visión equivocada del presidente Luis Abinader, al tratarse de una persona que es juez y parte de sus propios intereses con funciones públicas, más aun, al frente de instituciones e instancias de las que él se beneficia abiertamente como empresario.

Desde que este señor pasó a ser funcionario en la administración pública, su labor ha sido cuestionada por diversos sectores por su mala gestión. En el sector eléctrico solo ha sabido trabajar por sus intereses particulares, no es generador de energía eléctrica y vende energía a un sinnúmero de empresas, y crea para sí mismo y su grupo una especie de monopolio que muchos comparan con el establecido por Trujillo en su época, cuando surgían leyes votadas expresamente para monopolizar áreas empresariales. El beneficiario del decreto presidencial no puede crear leyes o normativas, pero las incumple, como es el caso de la Resolución No. SIE 60-2004, del 9 de agosto emitida por la Superintendencia de Electricidad, misma que prohíbe lo que él sigue haciendo desde su empresa, Multiquímica Dominicana, S.A. Y, vaya contradicción, que el mismo funcionario firmante de dicha Resolución como superintendente de electricidad, es hoy un alto funcionario de su equipo en Punta Catalina.

Cuando este señor fue nombrado en el gobierno de Leonel Fernández, me permití observarle al presidente Fernández lo mismo que observo hoy. Le entregué en sus propias manos un dossier de documentos que avalaban mis observaciones. Estas mismas consideraciones las hice del conocimiento púbico y la intolerancia de dicho señor lo llevó a someter a la justicia al prestigioso periodista Danny Alcántara bajo el supuesto de difamación e injuria que no era más que un manto para desviar la atención pública, poniendo de manifiesto su falta de argumentos. Lo mismo hice con el presidente Danilo Medina y con el actual presidente.

En agosto de 2010, la Comisión de Energía del Partido Revolucionario Dominicano -PRD- unificado, calificó la gestión de Marranzini en la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales, -CDEEE-, como un “fracaso” señalando el incremento de los apagones y la tarifa del servicio, las nóminas y nominillas abultadas, salarios exagerados, ocultamiento de informaciones, contratos pocos transparentes, incremento de las pérdidas de las distribuidoras, campañas mediáticas para manipular datos, entre otras fallas comprobadas. Estos planteamientos fueron hechos por el actual ministro de Energía y Minas, Antonio Almonte, entonces director de la Comisión de Energía perredeísta, Amaury Justo Duarte, hoy diplomático en el exterior del actual gobierno y Andrés Dauhajre hijo, en aquel entonces, director ejecutivo de la Unidad de Políticas Públicas del PRD, entre otros.

Destacaban estos señores como la causa principal de la quiebra financiera de las empresas distribuidoras la gran cantidad de energía que dichas empresas compran y distribuyen sin facturar, indicando que durante el primer semestre del año 2010 dejaron de facturar RD$6,537 millones equivalentes a unos 177 millones de dólares y las pérdidas acumuladas en ese período totalizaron unos RD$10,175 millones equivalentes a 275 millones de dólares. Adicional a sus críticas al funcionario que hoy se premia su incapacidad hacia la población pero su eficiencia hacia sus propios intereses, los denunciantes de la época advertían un hecho extremadamente peligroso en cualquier sistema eléctrico, dado que con la demanda creciendo a más de un 5% anual y los activos envejeciendo y deteriorándose, el país marchaba hacia una crisis de mayores proporciones. (ver publicación en Diario Libre de fecha 31-8-2010).

Dos años después de estos señalamientos, en el periódico Hoy del 20 de julio de 2012, leíamos en una columna de opinión titulada “Lecciones del fracaso de Marranzini” donde uno de sus párrafos señala que la clase política dominicana, especialmente aquellos que apostaron a Marranzini, han recibido una lección que de seguro les servirá para el futuro, pues ya se le agotó el tiempo presente para reivindicarse. Y finaliza con una advertencia al sector empresarial compromisario de esa gestión del sector eléctrico que no deberá poner en juego todo su crédito apoyando personalidades simplemente sobre la base de afectos individuales, pues lamentablemente quienes promovieron a Marranzini desde el empresariado, hoy son también responsables de la situación generada por su accionar en la CDEEE.

Como podemos ver, este funcionario arrastra un prontuario de descalificaciones resultado de su accionar interesado, beneficiando sus propias empresas y grupos asociados, vendiendo energía no generada por él, incluso a usuarios no regulados, sirviéndose del Estado como seudo servidor público. Si el PRD unificado de entonces criticó su gestión a través de actuales funcionarios y diplomáticos, ¿qué le habrán ocultado al presidente Luís Abinader para emitir un decreto desatinado que convierte a Celso Marranzini Pérez en un Prócer Energético?

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