Termino estos tres artículos de cómo llegué al sector eléctrico; mi paso por el Consejo de CDE y cómo todo esto, sin buscarlo, me ha generado disgustos con muchos a los que no les acepté negocios y que hoy escriben en redes, otros que sin mala intención repiten lo que oyen o simplemente porque creen les generará likes.
Salgo del Consejo, pero era presidente del Conep y el problema eléctrico estaba siempre en el centro de los temas pendientes de los empresarios.
La poco entendida capitalización buscaba poner orden en el sistema eléctrico. En la generación lo logró al capitalizar Itabo y Haina, el sector privado obtenía el 50% de las acciones y el Gobierno mantenía la propiedad del otro 50%.
De no haber sido así la crisis no hubiese sido sólo de distribución, sería también de generación, que hoy podemos afirmar que se suple la necesidad total de la población, con interrupciones por mantenimiento de las distribuidoras, la poca calidad de las redes, por la falta de inversión histórica y la manera como el consumidor busca fórmulas de no pagar la energía.
Con la capitalización, los contratos de los generadores con las distribuidoras, dos en ese momento, Edesur/Edenorte y Edeeste, resultaron ser extremadamente caros.
La oposición política, encabezada por el PRD, fue feroz contra la capitalización, unos porque no la entendían, otros porque no querían que desapareciera el botín político. Entre estos últimos, muchos también del propio gobierno del PLD le hacían el haraquiri.
Frente al problema que enfrentaban las EDES de precios exorbitantes, el nuevo gobierno del 2000, encabezado por Hipólito Mejía, deciden buscar una solución.
De nuevo se busca entrar empresarios con experiencia al Consejo de CDE y ese consejo lo encabeza Rafael Perelló (EPD), presidente del Induban y forma parte de éste el presidente Luis Abinader.
Recuerdo en una conversación años después, ya estando yo en la Cdeee, el gran amigo Rafael Perelló me preguntó por el sistema SAP que habían instalado, le respondí: “Encontré la computadora arriba de unos archivos”.
Como forma de reducir los costos de generación se llegó a un acuerdo de extender los contratos de compra de energía, incluso en un decreto del expresidente Mejía se otorgaba un cuarto de centavo de dólar como aporte a las distribuidoras para estabilizarlas, algo que nunca se llevó a cabo.
Este acuerdo era mejor que lo que existía, desgraciadamente perpetuó por 15 años muchas de las ventajas de los contratos anteriores. Como las distribuidoras estaban manejadas por Unión Fenosa, empresa española y el acuerdo fue firmado en Madrid, se le llamó el Acuerdo de Madrid.
Siempre me referí al acuerdo como el entierro de Madrid, porque entendí que se eliminó la competencia entre generadores y de alguna forma se congeló el desarrollo de nueva generación en el país.
Me costó caro decirle el entierro de Madrid porque los gerentes del sector eléctrico de entonces me negaron, en retaliación, el derecho de ser usuario no regulado. Hoy en día, ambos son buenos amigos míos.
También como retaliación, decían y aún persiste en los que he tenido que enfrentar, que tengo una subestación ilegal. La misma, como muchos otros parques de zona franca, tiene su permiso desde el año 1992, cuando no soñaba aterrizar en este difícil terreno del sector eléctrico.
Gracias a Francisco Méndez que llegó a la SIE en el 2004 y a la empresa Seaboard que fue mi primer suplidor de energía, logré el derecho que se me había negado por enfrentar el Acuerdo de Madrid.
El gobierno del 2000-2004 volvió a recomprar las EDES, realmente Unión Fenosa había hecho una gerencia desastrosa, no logro hacer entender a la población la necesidad de pagar la energía, no entiendo al dominicano; y para complicar el esquema, financiaba las operaciones desde su casa matriz a tasas de interés exorbitantes, defraudando al Fonper que ostentaba la propiedad del 50% de las distribuidoras.
Tengo mucho más que contar realmente en las páginas del libro que pronto debo empezar a escribir, no existirán páginas en blanco, muchos negarán cómo abogados, ingenieros, políticos, empresarios, profesionales de todo tipo se la han ingeniado para no pagar la luz.
Desmonté esquemas patrocinados por abogados e ingenieros, con demandas ficticias a las EDES, que se buscan hoy ecos en las redes para tapar sus entramados con la ilusión de que permanezcan para siempre.
El sistema de distribución tiene que cambiar, son muchos los esfuerzos serios que se han hecho y se hacen, pero se carece de planes de largo plazo que terminan afectando al cliente y al presupuesto de la nación.