Con los resultados de las elecciones de medio término que se llevaron a cabo en los Estados Unidos hace dos días y que tuvieron una masiva e histórica participación de los votantes, los demócratas pusieron fin a 8 años de mayoría republicana en la Cámara de Representantes, mientras que los republicanos consolidaron su mayoría en el Senado.

Más allá de hacer efectivo el sistema de frenos y contrapesos, las consecuencias de que los demócratas hayan recuperado el control de la Cámara de Representantes va a depender de los demócratas y de la reacción de Donald Trump. Si la nueva mayoría demócrata en la citada Cámara sigue la compleja ruta del “impeachment” o no, si pretenden iniciar investigaciones de las declaraciones fiscales del Presidente o no, si llevan una agenda fundamentada en oponerse a Trump y complicarle su gestión para desgastarlo o si estarán más abiertos a la búsqueda del consenso por la gobernabilidad, entre otras cosas. Y evidentemente, en función de lo anterior, genera intriga las reacciones que tendría Trump ante la posición de los demócratas (por ejemplo, los ajustes que haría si los nuevos congresistas vienen con la idea de hacer recorte de impuestos, etc.).

Lo ideal ante un Congreso dividido sería que las partes estén dispuestas a negociar en lugar de atizar divisiones y que puedan surgir proyectos bipartitos al menos en los puntos que abiertamente tienen en común como la inversión en infraestructura o la necesidad de mejorar el acceso de la población a medicamentos a precios más bajos, pero en temas sensibles como la política migratoria esa posibilidad luce muy poco probable.

El nuevo balance indica una polarización clara en Estados Unidos, probablemente sin precedentes, lo que augura un futuro político interesante para ese país e incluso impacta en otros: Para países como Cuba, por ejemplo, este escenario podría ser conveniente ya que el radicalismo republicano había frenado en parte lo que inició Barack Obama.

En contra de muchos pronósticos, los republicanos no fueron aplastados y el “fenómeno Trump” aún goza de buena salud. De caras a las elecciones presidenciales del 2020, para las que todo hoy apunta que serán muy reñidas, hay que esperar a ver cómo interpreta el mandatario los resultados de estos comicios de medio término y qué camino toma, si moderará su discurso para ampliar las bases o si por el contrario lo reforzará para cohesionar su partido.

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