Una oposición política conformada, por un lado, por un partido sin líder, y por otro, un líder sin partido, es un escenario envidiable para cualquier Presidente, sobre todo si su periodo es joven y aún cuenta con gran parte del respaldo que lo llevó al poder. Aunque no es exactamente ese el panorama, es uno muy similar el que le ha tocado, al menos en este tramo, al presidente Luis Abinader.

Los morados

El PLD sigue siendo una maquinaria político-electoral con evidente fortaleza, y con todo el capital político, económico y social de una organización que ha gobernado tantos años. Pero le falta un líder, ya que el que tiene, no solo está inhabilitado para buscar la presidencia de la República, lo cual es una desventaja en un país presidencialista, sino que, además está pasando por su peor momento por lo que, al menos ahora, no está en condiciones de guiar la organización política. De hecho, en esta coyuntura, el PLD no necesita a Danilo Medina, aunque Danilo Medina sí necesita al PLD. Tampoco posee el partido morado un candidato o candidata con fortaleza que pueda erigirse en la figura que encarne la principalía de la oposición. Todo eso, sin contar con el peso extra que carga el PLD por los casos judiciales encaminados contra ex funcionarios del gobierno peledeísta.

Leonel y su FP

Antes de nacer como partido, se hablaba de La Fuerza del Pueblo (LFP), con unas siglas que coincidían con la leyenda “Leonel Fernández Presidente”. Al parecer, alguien entendió que eso le daría una imagen de partido demasiado personalista y se cambió a Fuerza del Pueblo (FP), pero en la práctica es una organización que gira en torno a una figura que es el presidente, el líder y su próximo candidato presidencial. La FP es un partido que ha avanzado y crecido, sobre todo después de las elecciones, a expensas del trasiego de peledeístas pero su propio líder lo opaca.

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